El Secreto de las 7 Vidas
Dicen que los gatos
tienen 7 vidas porque sobreviven a muchas caídas desde los tejados por los que
a menudo les gusta pasear a la caza de algún pajarillo despistado.
Esas caídas se producen a veces desde alturas considerables, ¿Qué hace en realidad el gato para sobrevivir a esa caída? Si bien cae de pie, eso no explica porqué no se rompe las patas de forma irreparable ante semejante golpe.
Lo que explica que el gato no se rompa las patas es que
durante su caída, relaja toda su musculatura. Si sus músculos permanecieran
tensos en el momento del impacto contra el suelo, sus huesos tendrían fracturas
mucho más severas, pues la tensión muscular privaría a sus huesos de la
capacidad para absorber el golpe de forma más dinámicamente elástica, más
resiliente. Así que el gato sobrevive al golpe básicamente relajándose.
Liderazgo Positivo, ¿una quimera?
Hablar de Liderazgo Positivo en tiempos
de crisis puede parecer a algunos, cuando menos, arriesgado. Muchas personas
piensan que en tiempos de crisis lo que corresponde es preocuparse y sentirse
mal; no permanecer relajado y sentirse bien.
Por otra parte, todos sabemos que, cuando surge un
problema, dependiendo de cómo uno lo encare, ese problema puede volverse más o
menos fácil de solucionar o incluso dar paso a nuevos y numerosos problemas
adicionales.
Es decir, si mi reacción a un problema se caracteriza por
generar altos niveles de estrés y emociones negativas, como ira, cólera,
frustración o miedo; todos sabemos que ese estrés y esas emociones van a
provocar comportamientos muy desadaptativos, caracterizados por conductas
impulsivas, agresivas, torpes o de huida y aislamiento. Y, a su vez, esas conductas van, muy probablemente, a
generar nuevos problemas.
Parece importante el tipo de reacciones que elegimos tener ante
problemas que no elegimos tener.
Aprendiendo a ser líder
Los líderes de organizaciones o equipos se encuentran
ahora con un dilema parecido al del gato. Son tiempos donde nuestro equilibrio
financiero y comercial en nuestras organizaciones es más precario y donde
resulta más fácil resbalar y caer. Esta es la parte de la historia que
algunos podrían denominar como negativa. Por otra parte, después de resbalar y
caer, lo único que importa es cómo vamos a absorber el golpe: si el golpe
contra el suelo va a suponer un problema de enorme gravedad (romperse
irreparablemente las patas) o si simplemente va a ser un problema menor
(algunas contusiones) del cual me puedo recuperar con relativa rapidez y
facilidad para seguir paseando por los tejados, por donde, en tiempos de
crisis, es más fácil – e inherentemente más arriesgado – cazar alguna víctima,
habiendo servido la caída además para aumentar mi conocimiento y pericia a la
hora de evitar futuros resbalones, así como para controlar mi respuesta de
miedo una vez que el resbalón ya se ha producido. En definitiva, convertirme en
un gato cazador más listo, mejor preparado y con muchas vidas por delante.
Al fin y al cabo, se trata de aumentar nuestro
conocimiento sobre los riesgos que tenemos que asumir, y controlar el
miedo a las caídas cuando el riesgo se ha convertido en un problema confirmado.
Liderazgo Positivo
y Miedo
En cuanto a controlar nuestro miedo, hay que empezar
diciendo que el miedo puede ser una emoción muy útil. Gracias al miedo y
su respuesta asociada de “Huida o Lucha”, el hombre ha sido históricamente
capaz de sobrevivir a amenazas reales de vida o muerte ante las que había que
actuar decisiva e inminentemente, en cuestión de sólo unas pocas centésimas de
segundo o apenas unos segundos.
En esas situaciones, no hay tiempo para pensar; hay que
actuar decisiva y rápidamente y el miedo
se encarga justamente de preparar nuestro organismo para centrarse sólo en
“Huir o Luchar”, inhibiendo todas las demás respuestas, incluidas todas las
funciones superiores del pensamiento: Atención, Percepción, Memoria, Toma de
Decisiones, etc.
Y tiene lógica. Si tengo en frente de mí a un tigre a punto de
saltar con la intención de decapitarme de un mordisco en los próximos 2
segundos, esas funciones superiores de pensamiento en realidad estorbarían más
que ayudarían y de hecho aumentarían el riesgo de no reaccionar – huyendo o
peleando – a tiempo; riesgo que pagaría con la vida.
Estamos así cableados para reaccionar cuando lo
que percibimos es una amenaza de vida o muerte con riesgo real para mi
supervivencia durante las próximas centésimas de segundo o, a lo sumo, apenas
unos segundos. Ahora bien, en una situación problemática, donde lo que está en
juego no es mi vida ni mi supervivencia física y donde además las consecuencias
de esa situación tendrán que manejarse de la mejor forma posible durante días,
semanas o meses, la respuesta de miedo es completamente inútil y altamente
ineficaz y destructiva.
En esas situaciones no es “huir o luchar” lo que me va a
ayudar a solucionar o superar el problema, que además requerirá que aquellas
funciones cerebrales superiores sigan funcionando y sigan funcionando bien.
Continuando con la metáfora de la caída del gato y trasladándola a los
problemas a los que nos enfrentamos en esta crisis, habiendo resbalado, la
caída, hasta impactar con el suelo, puede durar bastante (algunos años).
Durante esos años,
probablemente vamos a necesitar buscar nuevas e ingeniosas ideas, hacer uso de
toda nuestra inteligencia y vamos
a tener que aprender a
relajarnos, por muy antagónico que nos pueda parecer como reacción, ante una situación de
crisis. Exactamente como el gato.
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