¿Aceptas el reto de tu propia vida?
por Marcelo Vázquez Avila
Tenemos
ganas de avanzar en la vida pero, a veces, no sabemos cómo hacerlo. En un mundo
dónde no tenemos tiempo para parar y conectar con nuestra esencia, la vorágine
del día a día hace que vivamos anclados a personas, situaciones y hábitos que
nos están impidiendo ir hacia delante. El éxito no es algo que pertenezca a
unos pocos. Depende de nuestras capacidades, nuestro compromiso y la puesta en
práctica de decisiones que nos permitan alcanzar resultados superiores.
¡No
existen atajos para el éxito personal! Debemos hacer el trabajo oportuno para
adquirir herramientas que permitan despegarnos de lo viejo y así despejar el
camino para que suceda lo nuevo. Todo esto se puede adquirir a través del coaching.
Podremos adquirir herramientas para cambiar nuestras creencias limitantes y
nuestros malos hábitos para así tener una visión de nosotros más positiva,
permitirnos brillar y dejar de ser tan críticos. Merece la pena pagar el precio
de hacernos responsables de nuestra vida. ¿Aceptaríamos el reto?
Conseguir
definir perfiladamente una nueva disciplina no es asunto fácil y lo es
menos cuando algunos se empeñan sin ningún cuidado ético en asociarla con
aquello que evidentemente no es. El coaching hoy en
España se ha convertido en un trasunto de Arca de Noé donde parece tener cabida
cualquier despropósito con tal de lograr hacer caja. La confusión está servida
y sus consecuencias las sufrimos los profesionales que intentamos vivir
deontológicamente de esta profesión.
Todo
proceso de cambio personal hacia la excelencia (coaching), debido a su
consustancial y tremenda complejidad, no podrá nunca reducirse a unos juegos de salón, y quien ello proponga tendrá
tanta responsabilidad en el engaño como quien lo acepte soñando en circenses
fórmulas malabares que le curen todos sus males en jornadas de estafada
esperanza y fugaz ilusión.
La
gran cuestión de la vida humana pasa por el reto cotidiano de hacernos
personas, aunque pocas veces sepamos responder con convicción y certeza sobre
‘eso’ que hace falta para llegar a serlo.
Cada
persona es responsable de ‘esculpir su propia figura’, de construir su
personalidad, biografía y modos de relación. Y, en todo caso, lo que esto
significa es que para que emerja la persona en plenitud, no basta con esperar
de brazos cruzados: la persona tiene que forjarse a sí misma… De modo que la
persona no es tanto lo que es sino lo que está llamada a ser.
Pero
el desafío de ser personas supone el equilibrio entre ambos extremos del
péndulo humano: nuestras posibilidades –creatividad, actividad, vocación,
capacidades, virtudes, etc.- y nuestras limitaciones –finitud, sufrimiento,
muerte, vicios, etc.- que han de enfrentarse conjuntamente al cotidiano
quehacer de la libertad por el que cada acto personal, aun cuando esa vida sea
traspasada por el dolor en sus mil rostros, se erige en ocasión de crecimiento
y conversión continua:
El
gran reto que se me presenta como persona es
‘atrévete a esculpir tu propia figura, tu propia vida’
Comentarios
La metáfora del escultor, requiere de nosotros el conocimiento realista del mármol que tenemos delante. Sin desmerecernos, pero tampoco sobrevalorarnos, podremos obtener resultados satisfactorios.
Tan claro y bien dicho que no puede expresarse mejor, ya sea para comprender a lo que apunta la tarea del profesional como lo que debe aportar el "asistido", de su parte, para lograr un objetivo.
Abrazo, salud y que sigan los éxitos.