¿Cómo será vivir hasta los 100?
por Marcelo Vazquez Avila
En
un nuevo libro, dos expertos señalan que con el aumento de la expectativa de
vida, la gente tendrá una larga juventud, más y distintos ciclos profesionales
y puede que más de un matrimonio. Eso sí, habrá que trabajar y estudiar más.
Los
estudios demográficos calculan que por cada década que pasa, la vida en
promedio se extenderá dos años. Esto significa que quien actualmente tiene 60
tendrá 50 por ciento de posibilidades de llegar a 90. La mitad de los que
tienen hoy 40 llegarán a 95, y los que hoy cumplieron 20 tendrán una gran
oportunidad de convertirse en centenarios. Ese fenómeno se observa en el mundo
entero, incluso en los países menos desarrollados.
Un
tiempo atrás, la Organización Mundial de la Salud dio a conocer un informe en
el que registró un aumento de cinco años en promedio en la expectativa de vida
en apenas 15 años, y curiosamente el mayor crecimiento se presentó en África.
La
profesora Lynda Gratton y el economista Andrew Scott, profesores de la London
Business School, son conscientes de que los retos no son de poca monta, pero
creen que no todos esos cambios van a ser malos. Todo dependerá de los ajustes
que hay que comenzar a hacer hoy. “Si esta tendencia se pasa por alto, tener
más tiempo será una maldición. Pero si lo hacemos bien será un gran regalo”,
dicen en su libro The 100-Year Life, en el que describen cómo será vivir y
trabajar en la edad de la longevidad.
Los
autores sostienen que en un mundo de centenarios la trama de la vida no puede
desarrollarse en tres simples actos, tal y como sucede hoy, cuando la gente
primero se enfoca en educarse, luego en trabajar y después de 30 años en
jubilarse. En el escenario de los 100 años se necesitará un libreto diferente,
porque nadie logrará sostenerse con una pensión a la edad de retiro actual. Si
las cosas siguen tal cual, dicen, las personas tendrán que arreglárselas con
una pensión muy baja y, según ellos, no tiene sentido vivir más pero en
condiciones de pobreza. Aunque es duro aceptar que habrá que pasar trabajando
los años extra, esa parece ser la única salida. Y se calcula que habrá que
marcar tarjeta hasta los 80 para vivir sin apuros.
No
es difícil imaginar el tedio y cansancio que generaría pasar 50 años en la
misma empresa e incluso en la misma profesión. Por eso, Gratton y Scott piensan
que la vida tendrá que volverse una obra con más episodios y temporadas. “En
una etapa profesional se trabajará al 100 por ciento para asegurar las
finanzas, en otra para balancear la vida de familia y lo laboral, y otra
dedicada a prepararse para el retiro”, dicen. Todo ello implicará más estudio
pues si bien en las vidas cortas lo que se aprende a los 20 alcanza hasta el
final, en un mundo de centenarios se requerirá aprender constantemente y para
estar a la altura de ese reto la gente tendrá no solo que darse una lava de
cara en ese nuevo tema, sino “aprenderlo todo desde cero”.
Así
las cosas, personas de 50 y 70 años desfilarán por los salones de pregrado, y
la mezcla de generaciones en las universidades y empresas mejorará las
comunicaciones entre ellas. De hecho, desaparecerá la división tajante entre
jóvenes, adultos y viejos. En una misma familia vivirán hasta cuatro
generaciones, incluida la tatarabuela. Además, hoy se puede intuir cuántos años
tiene alguien con solo preguntar lo que hace, pero en ese nuevo escenario que
un individuo esté en un pregrado o sea un ejecutivo sénior no indicará ni
juventud, ni vejez.
Quienes
ven la longevidad como una catástrofe creen que vivir 100 años significa ser
viejos por más tiempo. Gratton y Scott piensan lo contrario: la gente será
joven por más años. Surgirá una generación de 18 a 30 años, de la misma manera
que en el siglo XX nacieron los adolescentes y los jubilados. Esta etapa
después de la juventud se enfocará en el estudio y, en consecuencia, se
postergará el comienzo de la vida laboral. En su primer título estos jóvenes
aprenderán a pensar y a desarrollar habilidades. Luego buscarán un grado
profesional en un tema más relacionado con su vocación. Luego es posible que se
tomen un tiempo para viajar, explorar tendencias y hacer conexiones. El CV
quedará obsoleto. Ellos se darán a conocer por las redes sociales.
Algo
de eso ya se está viendo. Universidades como Harvard están recomendando a los
jóvenes bachilleres tomarse un año sabático antes de iniciar el estudio
universitario. Y muchos de los graduados reciben su diploma y se van a viajar
por el mundo en lugar de reclutarse en una empresa.
Una
vez ingresen al campo laboral, la flexibilidad será la norma. Un típico
empleado de esa época se preguntará constantemente si este año sigue
trabajando, si vuelve a estudiar, o si mejor cambia de sector productivo. Habrá
que ser experto en muchas materias y estar abierto a nuevas formas de
pensamiento. Por eso, los hitos de la vida de sus padres, como graduarse a los
23, casarse antes de los 30, tener hijos y comprar casa, desaparecerán del
panorama. Estos compromisos se postergarán para poder mantener otras opciones
abiertas.
Las
relaciones de pareja sufrirán más de lo normal porque será más difícil
coordinar las carreras de ambos. Se espera que la estructura familiar tome
nuevas formas y para algunos la vida larga dará tiempo para casarse hasta dos y
tres veces.
Se
ha hablado mucho de los problemas que la expectativa de vida genera en la etapa
final, pero los autores del libro señalan que vivir 100 años afectará a todas
las edades.
La
pregunta es qué se va a hacer con ese tiempo extra. Los autores proponen un
ejercicio que consiste en imaginarse a sí mismo de 80 años y preguntarse:
“¿Estoy seguro de que las decisiones que estoy tomando pasarán las necesidades
de mi yo futuro?”.
La
respuesta es importante ante la frase que alguna vez dijo Thomas Hobbes: “La
vida es brutal, asquerosa y corta”. Sería terrible que, por mala planificación,
ahora fuera brutal, asquerosa… y además larga.
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