Estar solo, una experiencia creativa
por Marcelo Vázquez Avila
Así
como hay una soledad forzosa, existe también otra soledad buscada, fuente de
creatividad y terreno fértil de abundantes experiencias de vida.
Y hablar
de creatividad es hablar de nuestro proyecto de vida; de
nuestra relación con los otros y con nosotros mismos. Al fin y al cabo, la
creatividad es la manera que
tenemos de estar en la vida, de vincularnos y de compartirnos con los demás. Nuestra
creatividad engloba desde nuestra forma de comunicarnos hasta nuestra
relación con nuestros sueños y con nuestra familia y amigos.
La creatividad no es sólo la capacidad de
pintar un cuadro o de inventar algo, es la manera que tenemos de
ofrecernos a la vida; la forma en que compartimos nuestros tesoros internos.
Hoy en día por mucho
que nos sintamos conectados, acompañados o agobiados entre la multitud de la
gente nos podemos sentir solos. Y es que a veces uno, aun estando rodeando de miles de
personas, puede llegar a sentirse la persona más sola del mundo. He conocido
personas que nunca se sienten solas, a pesar de vivir solas y he tratado
personas que se sienten infinitamente solas a pesar de trabajar diariamente con
grandes equipos humanos.
La soledad es, una posibilidad, un don que ofrece la
vida y del que podemos extraer grandes lecciones, si estamos abiertos a
aprender a aprovechar al máximo la soledad, un concepto que habitualmente suele
tomarse unívocamente como algo negativo.
Estar solo no es
fácil, pero se puede decir que es un arte. Lo es porque todo arte incluye un
talento o don personal, un aprendizaje y la necesaria constancia. El ser humano
es, por definición, un ser social que tiende a establecer vínculos, a formar
comunidades y a crear redes. Por ello, de entrada, exige una oposición a la
tendencia natural, una cierta capacidad de resistir a un impulso muy arraigado
a la condición humana. A pesar de ello, el ser humano, en tanto que ser
reflexivo y autoconsciente, es capaz, también, de tomar distancia de los suyos,
de su entorno y de su misma vida, y anhelar espacios de soledad para
reencontrarse y no perderse.
La soledad es un buen lugar para visitar, pero es un mal lugar para
quedarse. Pienso en una soledad de a ratos, intermitente.
La soledad no puede ser un estado
permanente en la vida humana, pero sí un lugar que periódicamente se debe
visitar por los beneficios que conlleva para uno mismo. Con todo, hay que
distinguir entre la soledad buscada y la obligada. La primera es higiénica,
terapéutica y liberadora, mientras que la segunda resulta difícil de sobrellevar,
porque se impone como la ley de la gravedad y aunque uno desee escapar, no
puede conseguirlo. Es difícil que un ser humano se enganche a la soledad. Sería
posible en personas con una vida espiritual muy rica, pero extraña para el
común de los mortales.
Lo ideal sería conseguir un equilibrio entre compañía y soledad. Disponemos de tiempos de soledad a diario, tanto en los viajes al trabajo, como
en determinados momentos del ocio. No siempre los utilizamos adecuadamente y,
en ocasiones, el temor a desnudarse delante de uno mismo, nos lleva a practicar
la evasión, a meternos en la red con tal de escabullirnos del estruendoso
silencio de la soledad. Aun así, cuando uno es capaz de cruzar la frontera y
mirarla cara a cara, descubre un abanico de posibilidades en la soledad.
Entonces, uno descubre la posibilidad de ejercer la vida reflexiva, el análisis
de lo vivido, sufrido y gozado, también puede anticipar, proyectar, imaginar su
futuro, a corto o a largo plazo; somete a una profunda auditoría ética sus
relaciones actuales y explora sus debilidades y fortalezas.
La soledad se convierte, entonces, en un
verdadero estímulo para vivir más intensamente la propia vida y ser el
verdadero protagonista de ella. La soledad
creativa es un mundo insólito, todo un universo que cada persona puede
descubrir adentrándose en él. En las entrañas de todo ser humano hay una chispa
divina, una imagen y una potencia del creador que podemos intuir.
No hay que temer estar solo. Es una ocasión para tomar
consciencia del hecho de existir, de la maravilla que supone estar en este
mundo a pesar de los pesares. No hay que temerla, porque la soledad es una fuente de transparencia
y sólo en la transparencia entre el ser y el obrar existe la felicidad.
Comentarios
Muy buen artículo, creo que si descubrimos el proyecto de Dios que diseñó para cada uno, aún en la soledad , con su ayuda y el aporte personal de elegir el bien para uno , sería más llevadero y seguro este proceso para vivir la soledad mejor.
Gran Abrazo
José