Fueron dos homínidos…
Por Marcelo Vázquez Ávila
Hace miles de años, en un paisaje primitivo lleno de maravillas y peligros, dos homínidos se encontraron con un río fresco y serpenteante que invitaba a un descanso.
Uno de ellos, un tipo alegre y despreocupado, dijo: “¡Qué lugar tan hermoso! Vamos a disfrutar del sol y de esta suave brisa”. Y, acto seguido, se tumbó en la orilla, dejando que el agua murmullante le arrullara los pensamientos.
El otro, sin embargo, era todo lo contrario. Era un ser ansioso, con los ojos muy abiertos, como si la naturaleza misma estuviera conspirando para devorarlo. “¡Esperemos! No podemos quedarnos aquí a merced de un lobo o algo peor. ¿Ves esas sombras entre los árboles? Debemos encontrar una cueva resguardada donde escondernos. ¡Los depredadores acechan!” urgió, viendo peligros donde otros veían paisajes.
Así, el río, con su serenidad, contrastaba radicalmente con la agitación constante de su compañero. Mientras el despreocupado reía y gozaba del momento, solo podía pensar en disfrutar del calor y el ruido del agua. Pero, como suele suceder, la historia no le fue favorable al que se entregaba al placer.
Esa noche, mientras las estrellas comenzaban a brillar en el cielo, un depredador nocturno se movía sigilosamente por la ribera. El despreocupado, ahí tirado, se convirtió en su cena, mientras que el nervioso halló la salvación en su cueva.
Así, a través de las generaciones, los descendientes aquellos empezaron a ser como el homínido ansioso, quienes siempre miraban a su alrededor con cautela.
Los que temían y se cuidaban , estadísticamente proliferaron más que los despreocupados.
Y así, la herencia que nos dejaron fue esta angustia que llevamos como insignia, con nuestros cerebros programados para detectar peligros en lugar de disfrutar de las pequeñas alegrías del presente. Mientras uno buscaba el río, el otro encontraba la cueva, y nosotros, los descendientes, seguimos atrapados entre el sol de la orilla y la sombra del refugio, robándonos algo de la paz y la alegría que el mundo tiene para ofrecer.
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