Cuento o realidad ? Tu decides

Por Marcelo Vázquez Ávila 
 

En una pequeña ciudad donde el tiempo parecía detenerse, el sol se filtraba a través de las nubes, iluminando una vieja biblioteca que había visto mejores días. 

Dentro de sus muros, un joven llamado Lucas se encontraba inmerso en sus pensamientos. La vida, con todas sus complejidades, le había enseñado una lección crucial: lo que logres o no logres dependerá de la acción que tomes en este momento. Lucas había crecido en un barrio donde las oportunidades eran escasas y las expectativas, bajas. A menudo escuchaba a sus vecinos hablar de sueños desvanecidos y promesas incumplidas. 

Sin embargo, en su interior, latía un deseo ardiente de cambiar su destino. Sabía que para crear la vida que anhelaba, debía dar un paso hacia adelante. La clave era la acción. Para atraer lo que deseaba, debía moverse. Se sentó en una mesa cubierta de polvo y abrió un libro desgastado que hablaba sobre el poder de la acción. Allí, encontró una verdad que resonó en su corazón: lo que somos depende de tres factores. 

Nuestra genética, algo que nos viene dado. Nuestras circunstancias, el entorno en el que nacemos y crecemos. Y, finalmente, lo que hacemos, la única variable que podemos controlar al 100%. 

Lucas comprendió que no podía cambiar su herencia genética ni elegir su lugar de nacimiento, pero lo que hiciera con esas cartas que la vida le había repartido era lo que realmente marcaría la diferencia. 

Recordó historias de personas como Pablo Pineda, el primer europeo con síndrome de Down en obtener un título universitario, y Mohed Altrad, quien había salido de la pobreza extrema para convertirse en empresario del año en Francia. 

Ellos enfrentaron adversidades que habrían hecho temblar a muchos, pero, en lugar de rendirse, decidieron luchar por sus sueños. Fue entonces cuando una frase de Einstein resonó en su mente: “No pasa nada hasta que algo se mueve”. Esa pequeña chispa encendió un fuego en su interior. Era momento de moverse. Lucas decidió que no podía seguir esperando a que todo estuviera perfecto o al “momento ideal”.

 La vida no aguardaría su decisión. Con determinación, sacó un papel y un bolígrafo de su mochila. Se sentó derecho, con la mirada fija en la hoja en blanco. Sabía que tenía que escribir tres acciones concretas que lo acercarían a su sueño. No mañana, no la próxima semana; ¡HOY! Su corazón palpitaba con emoción mientras llenaba el papel con su letra temblorosa. 

 La primera acción sería hacer una llamada a un antiguo amigo que trabajaba en una editorial. Necesitaba orientación sobre cómo publicar su novela, un sueño que había guardado en un rincón de su corazón durante demasiado tiempo. 

La segunda acción consistiría en buscar información sobre cursos de escritura creativa. Lucas quería perfeccionar su arte y aprender de quienes ya habían recorrido ese camino. 

Por último, se comprometió a escribir la primera página de su libro esa misma noche, aunque solo fueran unas pocas líneas. Con el papel en la mano, sintió que una nueva energía fluía a través de él. Estaba tomando el control de su vida, y eso lo hacía sentir invencible. Se levantó de la mesa, decidido a hacer realidad sus sueños. Miró a su alrededor y se dio cuenta de que cada rincón de la biblioteca estaba lleno de historias esperadas, de vidas que habían tomado decisiones y se habían atrevido a moverse. Y en ese momento, Lucas entendió que él también era parte de esa historia. Cerró los ojos, respiró hondo y se dijo a sí mismo: “Hoy es el día en que empiezo a construir la vida que quiero. Hoy, empiezo a escribir mi propio destino”. Y así, con una sonrisa en el rostro y el corazón latiendo con fuerza, salió de la biblioteca, listo para tomar acción. 

¿Y tú? ¿Cuál será la acción que tomarás hoy para acercarte a tu sueño?