El Hobbit: ¿y si Tolkien tenía razón?
Los fanáticos de “El señor de los
anillos”, “El Hobbit” y “El Silmarillion” (J.R.R. Tolkien) tienen nuevos
elementos para creer que esas grandes obras de mitología tienen algo de
veracidad: el análisis de tres huesos fósiles de un brazo corrobora la
controvertida tesis según la cual el “hobbit“, un pequeño humanoide cuya
osamenta fue descubierta en 2003 en Flores, una isla de Indonesia,
es una especie hasta ahora desconocida de homínidos.
Los hobbits son
una raza ficticia de seres con formas humanas que
pertenece al legendarium del escritor británico J. R. R.
Tolkien. Su historia se narra principalmente en la novela El Señor de los Anillos, especialmente
en el prólogo, que está dedicado
a ellos y a la tierra donde vivían, la Comarca. No obstante, su primera
aparición fue en El hobbit y también son nombrados en El
Silmarillion. Están emparentados con los hombres y
se caracterizan por su baja estatura, la abundante vellosidad que
les crece en el empeine de los enormes pies, las orejas
algo puntiagudas y una figura normalmente rolliza.
Los fósiles encontrados en el año
2003, en la isla de Flores (Indonesia)
pertenecen a los restos de unas criaturas de unos diez mil años de antigüedad,
con una talla de aproximadamente un metro de altura y con un cerebro del tamaño
del de un chimpancé; aunque con una relación cerebro-masa corporal
comparable a la de Homo erectus. Sus descubridores pronto les
apodaron Hobbits, en referencia a los creados por Tolkien, aunque su nombre
científico es Homo floresiensis. Los hallazgos datan de hace
aproximadamente entre 120.000 y 10.000 años, recuerdan los autores del estudio
publicado en la revista estadounidense Science.
El Homo floresiensis fue
bautizado “hobbit” en referencia a esos diminutos personajes de las novelas de
J.R.R. Tolkien. “Los hobbits no necesitan usar zapatos, pues
sus fuertes pies tienen una suela de piel natural que les protege. Son hábiles
con las manos y se dedicaban especialmente a la agricultura,
debido a la abundancia y fertilidad de la Comarca. Antes de habitar dichas
tierras, los hobbits solían hablar las lenguas que usaban los hombres con los
que habían entrado en contacto en algún momento”.
El descubrimiento citado creó una
división en dos bandos entre los científicos encargados de estudiar los restos, situando
a un lado a aquellos que creían que éstos pertenecían a un Homo sapiens,
o bien con microcefalia o bien sano y debiéndose su
estatura al aislamiento insular, y
a otro a aquellos que creían que se trataba de una especia de Homo nueva.
Posteriormente los estudios
realizados, probaron que el Homo floresiensis no era un Homo
sapiens, ya que tanto sus hombros como sus muñecas estaban más relacionadas
con las de la especie Homo erectus.
Tiempo después, se encontraron partes de
otros nueve individuos, todos diminutos, así como una serie de herramientas de
piedra que permitieron datar los restos en un periodo comprendido entre 90.000
y 13.000 años de antigüedad (estamos hablando de fechas en las que ya existían
los Homo sapiens plenamente formados). Estos dos factores, el pequeño tamaño de
su cuerpo y su reciente supervivencia, hacen que estos homínidos sean algo
realmente extraordinario. No en vano han sido conocidos como “Hobbits”.
La Isla de Flores ha sido
descrita en algunos medios, como la revista Nature, como una especie
de mundo perdido, donde las especies han evolucionado a su manera,
encontrándose elefantes enanos y
lagartos gigantes. Igual por eso no es tan extraño que allí floreciese, nunca
mejor dicho, el Hombre de Flores.
Generalmente se ha señalado al Homo
erectus como antepasado inmediato del Homo floresiensis, pero esto es un
problema: los H. erectus tenían aproximadamente el mismo tamaño medio que
nosotros, así que debieron “encoger” después de su llegada a la isla (que se
propone en torno al 500.000 a. C.), según creen los que defienden esta teoría,
por el limitado aporte alimentario de la isla, lo que le produjo en enanismo
isleño, algo observado también en otras islas, afianzado por endogamia.
Además, los especímenes parecen semejantes en sus características a los Homo
erectus asiáticos, que vivían desde hace milenios por la zona.
Otros investigadores, en cambio,
proponen una alternativa: el hobbit no es un Homo erectus que se hizo enano,
sino que ya salió enano de África, porque proviene de una especie aún más
antigua, de una época en que los homínidos aún no habíamos crecido de tamaño.
La verdad es que esta especie es un rara avis en toda esta historia.
Y lo que más mosquea es su
diminuta estatura, mucho menor que la altura media de los grupos humanos más
pequeños, como los Pigmeos africanos, que rondan el metro y medio. Además,
tenía brazos relativamente largos, lo que impide que fuese un pueblo con acondroplásia
o enanismo, pues estas personas no son proporcionalmente más pequeñas que las
demás por regla general, sino que sólo tienen sus miembros más cortos.
También es sumamente interesante
que, aun teniendo un cerebro mucho más pequeño que el Homo erectus, tenían
comportamientos sociales y técnicos similares: hay evidencias del uso del fuego
para cocinar, empleaban herramientas de piedra bastante sofisticadas empleadas
para caza cooperativa al más puro estilo Homo sapiens.
Además hay otro misterio
¿Cómo llegaron hace 100.000 años
a esta isla de Flores estos pequeños Hobbits? Sus descubridores plantean que la
isla permaneció aislada durante la edad de hielo más reciente debido a un
profundo estrecho, lo que ha llevado concluir que la especie o sus
antecesores sólo pudieron haber alcanzado la isla aislada por medio de algún
transporte marítimo, quizás llegando en balsas de bambú hace unos 100.000 años.
Y por supuesto, el gran misterio ¿Cómo sobrevivieron hasta hace tan solo 12.000
años? Esta fecha es muy posterior a la llegada de los primeros humanos modernos
a la región, que se produjo hace entre 35.000 y 55.000 años, aunque se
desconoce cómo pudieron haber interactuado.
Esto nos plantea otra cuestión: ¿Cómo desaparecieron?
Se piensa que fue por culta de
una erupción volcánica de hace justo 12.000 años, que motivó su desaparición,
junto con gran parte de la fauna local, incluido el Stegodon (elefante primitivo) enano y las ratas
gigantes de la isla. Si no fuese por esto, igual aún estaban por aquí…
Sea como sea, se trata de un
ejemplar de homínido curiosísimo, y su descubrimiento uno de los más
importantes de la historia reciente, pues es el único homínido contemporáneo a nosotros
encontrado en los últimos tiempos.
En la cueva de Liang Bua, en el
interior de la accidentada Isla de Flores, cazaban en grupos al estegodón, con
herramientas que tallaban en piedra. Eran humanos, pero no de nuestra
especie. La prensa en inglés, sacudida por la publicación del
descubrimiento en la prestigiosa revista científica Nature, enseguida los ha
bautizado como “hobbits” de J.R.R. Tolkien. El novelista nacido en Sudáfrica, de
hecho, siempre insistió en que los hobbits de sus novelas de fantasía eran muy
plausibles y que no eran ni pigmeos ni afectados por enanismo ni una raza no
humana: “son humanos, de un tamaño más pequeño y de hecho por la calle se puede
ver gente de estas estaturas”, escribió a un lector. La arqueología ahora le estaría
dando da la razón…
Asombra el cerebro y asombra
la época
El descubrimiento ha sido como un
meteorito por absolutamente inesperado y por sus importantes implicaciones. Por
un lado, se comprueba que un homínido no necesita tener un cráneo y cerebro tan
grande como se pensaba para desarrollar inteligencia, uso de herramientas,
trabajo en grupo, fuego, caza, etc... El tamaño del cráneo pierde importancia,
y se comprueba que lo que importa es la complejidad de las conexiones neurales.
Por otro lado, asombra que hace
12.000 años aún viviera esta especie humana, porque se pensaba que nosotros,
los Homo Sapiens, éramos los únicos humanos sobre la tierra desde que
desaparecieron los Neandertales hace unos 30.000 años en su último reducto, la
Península Ibérica. Y he aquí que aparece en la isla de Flores otro reducto de
otra especie humana, estos hobbits bautizados como Homo floresiensis.
¿Se encontraron en las selvas
montañosas de Flores los pequeños hobbits cazadores de Estegodones con nuestra
gente, los Homo Sapiens? Es perfectamente posible: parece que los hobbits
“llegaron” hace unos 100.000 años a Flores, mientras que el Homo sapiens estaba
ya en la cercana Borneo hace 43.000 años y en Australia hace 40.000 años.
Pudieron haber convivido (con mayor o menor armonía) en la aislada Flores
durante miles de años, aunque la isla es tan accidentada que quizá vivieron en
valles adyacentes sin conocerse. Aunque quizá...
¿Y si quedaran hobbits vivos?
Si sobrevivieron hasta hace
12.000 años, ¿por qué no hasta nuestros días? Esa es la esperanza soñadora de
aventureros y exploradores. Puede parecer que nuestro mundo ya está medido,
contado y dividido al milímetro, pero no es exactamente así. Estas maravillas
animan a los “buscadores de yetis” a insistir en sus sueños. Los exploradores
Adam Davis y Andrew Sanderson, por ejemplo, ahora buscan en la selvática isla
de Sumatra, una posible especie de homínidos de baja estatura que los nativos
llaman Orang Pendek (hombre pequeño) y que al parecer mencionó
Marco Polo en 1292.
¿Un mito o existen aún hobbits
vivientes? Aún hay zonas sin explorar en Sumatra...
El significado de ser hombre
Peter Brown, el arqueólogo
encargado de analizar los hallazgos de Flores, señala en Nature una de las
consecuencias del descubrimiento. “Antes de estos hallazgos, no se podía pensar
que un homínido con el tamaño cerebral y la habilidad cognitiva posiblemente
limitada del Homo floresiensis pudiese hacer el tipo de herramientas asociadas
con los esqueletos, e incluso llegar a Flores. Supongo que esto cambia las
nociones de lo que significa ser humano”.
Más allá de la maravillosa
aventura del conocimiento, siempre está la de la ideología. Henry Gee escribe
en una artículo desenfadado en Nature: “si resulta que la
diversidad de los seres humanos siempre ha sido alta, ha permanecido elevada
hasta muy recientemente y podría no estar extinguida del todo, nos podemos
cuestionar la seguridad de algunas de nuestras creencias más profundas. ¿Podría
levantarse, por favor, la verdadera imagen de Dios?”
Se podría responder al señor Gee
que la existencia, en el pasado o en la actualidad, de diversas especies
humanas, no resulta más problemática para la relación entre Dios y el hombre,
que la existencia de diversas razas o culturas humanas. El mismo Dios al que
dirigen sus ojos judíos o gentiles, griegos y romanos, podría ser perfectamente
el padre de Neandertales, Homo sapiens o hobbits de la isla de Flores. Existe un Dios, y parece evidente que no le teme a la diversidad. Confío
en que la ciencia nos seguirá desvelando el tamaño maravilloso de esta
diversidad, por lo tanto, de Dios.
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