Ocio y Negocio



Ocio y Negocio

Johnny Case (interpretado por Cary Grant en Negocios o Placer. “Holiday”. Columbia Picture. USA, 1938) es un hombre de esfuerzo, que ha ganado su dinero a pulso y que sueña con retirarse joven para irse de viaje por el mundo. Sin embargo, el amor toca su puerta y cambia los planes: porque la mujer de sus sueños es Julia, hija de un millonario industrial neoyorquino. Es preciso, como dice sabiamente Johnny Case en esa película: “retirarme e intentar descubrir quién soy, experimentar la vida”.

Es preciso un cierto huir de las ocupaciones y afanes de la vida. La vida exige ocio. El negocio (nec – otium) se define por ser la negación del ocio, pues la condición más propia del hombre sería la del que puede dedicarse a “intentar descubrir quién es” como decía el personaje de Holiday. Pero esa tarea requiere un tiempo distinto del ordinario, del tiempo dedicado al cuidado del mundo y de los otros: un tiempo dedicado al cuidado de uno mismo. Porque mientras uno está preocupado por lo necesario no se puede ocupar de otras cosas, también muy importantes.

Sorprendentemente eso era en su sentido primero la “escuela” en griego skolé[1]. Aunque No la que conocemos en la actualidad para los niños. Etimológicamente significa lugar de ocio, eran los espacios sustraídos a los afanes y disputas del mundo, donde el hombre se dedicaba a lo “único importante”: encontrar el sentido y significado de su propia vida y de toda la realidad. Eso está unido al sentido espiritual del hombre, por eso las escuelas medievales se crearon al abrigo de monasterios y lugares de culto a lo largo y a lo ancho de toda Europa. Allí se preservó y acrecentó la sabiduría antigua, permitiendo que las disputas militares y políticas no impidieran que se pudiera transmitir todo lo verdadero que el hombre había descubierto a lo largo de su historia.

Este es el sentido del ocio en la vida del hombre. La capacidad de interrogarse por el sentido de las cosas y por el valor y significado de su propia vida, hace que un hombre sea plenamente hombre.



[1] En la Grecia antigua, el vocablo skolastikós no guardaba ninguna relación con la enseñanza ni con el estudio, sino que se refería al individuo alegre y feliz, que vivía como le gustaba. Probablemente debido al amor de los griegos por el estudio y el conocimiento, la palabra skolé, que inicialmente significaba ‘recreación’, ‘distracción’, ‘ocio’ o, simplemente, ‘tiempo libre’, pasó a ser usada más tarde para denominar el lugar donde los niños aprendían, significado que fue tomado por los latinos en la palabra schola con el mismo sentido que nuestra escuela.


Comentarios

Unknown ha dicho que…
¡Querido Marcelo! ¡Qué alegría volver a leerte a la vuelta de las vacaciones!
Muy interesante este artículo, porque vuelve a las raíces de las palabras, a su sentido originario. Esto es muy interesante, porque hoy asistimos a una desvirtualización del significado de las palabras.
Hoy, de tanto utilizar ciertas palabras, sin atender a su significado real, nos vamos olvidando de los matices y connotaciones distintivas que cada una tiene. Un caso claro lo tenemos en la palabra "amor"...
El ocio, entendido en su acepción original, parece abarcar toda la vida del hombre. Desde mi punto de vista, si el ocio es intentar descubrir quien soy, hay que aprender a descubrirlo en el trabajo, en mis relaciones sociales en mis relaciones familiares... Darle ese toque personal al trabajo que nos define para "añadirle un valor único y exclusivo". No ser unas máquinas super-eficaces que desempeñen con perfección el trabajo sino profundizar en ese trabajo para hacerlo más humano.
Esta es mi opinión, matizable por supuesto.
¡Muchas gracias por ayudarnos a sacar la verdad que llevamos dentro!
MARCELO VAZQUEZ AVILA ha dicho que…
Querido COLOSO de Rodas,
Gracias por tus opiniones en el Blog, esta semana podríamos vernos, te parece?
Bazko ha dicho que…
Marcelo,
¡Gracias por volver!
En el afán de estar "conectados" (blackberries, mails), ¡cómo destruímos la posibilidad de ocio y de re-encuentro con nosotros mismos!
Abrazo

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