Más preguntas que respuestas, asertividad


¿Quién de nosotros no ha tenido momentos en los que nos hemos sentido agresivos, otras veces algo acobardados? La asertividad se basa en la capacidad para expresar lo que pensamos con seguridad y confianza, dejando de lado cualquier tipo de agresividad o de timidez.


La mayoría de las personas comete estos errores principalmente en los momentos de tensión, ansiedad, nerviosismo y estrés. Esta tensión les impide aprender de sus errores, y en vez de eso, refuerzan aún más el concepto negativo que tienen de sí mismos. Esto se va convirtiendo en un problema de autoestima. 

La asertividad es la habilidad de decir lo que uno quiere decir sin faltar el respeto, ni a ti ni al otro. Como estrategia y estilo de comunicación, se diferencia y se sitúa en un punto intermedio entre otras dos conductas polares: la agresividad y la pasividad. Suele definirse como un comportamiento comunicacional maduro en el cual la persona no agrede ni se somete a la voluntad de otras personas, sino que manifiesta sus convicciones y defiende sus derechos. Es una forma de expresión consciente, congruente, clara, directa y equilibrada, cuya finalidad es comunicar nuestras ideas y sentimientos o defender nuestros legítimos derechos sin la intención de herir o perjudicar, actuando desde un estado interior de autoconfianza, en lugar de la emocionalidad limitante típica de la ansiedad, la culpa o la rabia.

Para su puesta en práctica es necesario tener en cuenta algunas premisas o creencias básicas:

– Tengo el derecho a decir NO sin sentirme culpable: parece muy obvio, pero no lo es. No es malo decir “no, gracias”, o “no me interesa”. Hemos de tener claro lo que queremos y si te niegas a algo porque no va contigo, la otra persona lo ha de respetar y entender. Así que no tiene sentido sentir culpa por negarse a algo que no te interesa, sino todo lo contrario, deberías sentirte bien ya que te estás responsabilizando de lo que harás con tu vida mediante tus decisiones. 

– Tengo el derecho a expresar mi opinión, aunque puedo cambiar de opinión siempre que lo crea conveniente: tienes el derecho a decir lo que piensas. Aunque es recomendable preguntarse antes de hablar. ¿lo que voy a decir va a herir los sentimientos de alguien?¿Mis comentarios y argumentos van a ayudar a mejorar la situación? También puedes cambiar de opinión si en algún momento la situación o tu percepción de la situación ha cambiado. 

– Tengo el derecho a ser oído: muchos de nosotros caemos en el mal hábito de hablar todo el rato, sin embargo, olvidamos que también tenemos la responsabilidad de escuchar. Conoce tus límites y lo que estás dispuesto a escuchar y lo que no. También toma conciencia de tus conversaciones y si de verdad sientes que hay un equilibrio conversacional. 

Nuestro nivel de asertividad de forma muy simple se puede definir mediante aquellas conductas que operan en nuestro propio interés. En otras palabras, ¿Te permites situaciones en las que pones tus propios intereses, sentimientos, metas, deseos, etc… por delante o siempre van detrás de los de las otras personas?. Te invito a hacernos algunas preguntas: 

1. Cuando necesitas más explicaciones, indicaciones o instrucciones para luego poder actuar ¿Preguntas sobre ello o te lo callas? 

2. Cuando te enojas, te enfadas o te molesta algo, ¿lo sabes expresar con palabras o generalmente te lo callas? 

3. Si estás teniendo una conversación con 3 personas más y todos están de acuerdo en un tema con el cual tú no estás de acuerdo, ¿te das la libertad de expresar tu opinión o te la callas? 

4. ¿Te encuentras cómodo hablando delante de un grupo reducido debatiendo sobre  un tema o por el contrario estás tenso? 

5. Si alguien te pide que hagas algo que no quieres hacer, ¿le dices que no o sientes la necesidad de poner excusas o hacerlo de todos modos? 

6. ¿Cómo haces contacto visual con la gente con la que estás hablando? 

Para esto no hay recetas pero quizás para dar respuestas más asertivas para estas preguntas podrían ser construidas teniendo en cuenta lo siguiente: 

1. Las personas asertivas piden más explicaciones o instrucciones para asegurarse que todo está entendido. Para atender lícitamente nuestros intereses debemos preguntar y no pensar que eso invade los derechos de los demás. Si sientes miedo o vergüenza de pedir más explicaciones, esto puede significar una falta de asertividad causada por una autoestima baja, entre otros factores. 

2. La incapacidad para expresar la rabia o la ira también puede ser un signo de falta de asertividad. Cuando no somos capaces de decir que no, terminamos haciendo cosas que no queremos hacer. De hecho, no tienes derecho a culpar a nadie ya que no hay culpable y lo único que hay es un responsable (alguien que puede dar respuesta a ello) que eres tú. ¿Cómo podemos esperar que los demás sepan lo que realmente pensamos si no somos capaces de decirlo? Si no te expresas adecuadamente, no culpes a otros de que no te comprenden, más bien, toma responsabilidad sobre tus decisiones de comunicar o no comunicar lo que piensas. 

3. Tu afirmación se suele medir por tu voluntad de “ir contra la corriente” siempre que seas fiel a tus valores y creencias. Debes estar dispuesto a estar en desacuerdo, si así es, incluso si tu opinión fuera impopular. 

4. ¿Expresas tus opiniones? Un pequeño grupo serían entre 5 a 10 personas. ¿En este contexto puedes expresar lo que piensas? Si no podemos es una señal clara de que tenemos un camino por delante para crecer.

5. Si no puedes decir no por la sencilla razón de que no te apetece o no te gusta sin justificarlo con excusas o pretextos entonces podrán aparecer resentimientos. Muchas veces el resentimiento resulta de la incapacidad de alguien a decir que no y la posterior falta de respeto a si misma ya que la persona realmente nunca ha querido hacerlo. 

6. El contacto visual es muy importante en la comunicación humana. Si no puedes  mantener el contacto visual cuando hablas con una persona, habrá que intentarlo ya que contribuye directamente a tener respuestas efectivas y lograr una mejor comunicación empática. 

Tenemos la responsabilidad de proteger nuestros propios intereses ya que va favor de la propia dignidad como personas. Hay momentos en la vida que exigirán un sacrificio de nuestras necesidades, pero no será lo normal en todos los casos, ya que esto sólo debería ocurrir como una excepción y no como una regla

¿Qué tal si empezamos a desarrollar más nuestra asertividad?

Comentarios

Entradas populares de este blog

Cómo descubrir a un incompetente

‘Millennials’ y ‘Centennials’, dos generaciones que valen billones