Coaching y la danza de los Vampiros

Vampiros emocionales II


 Coaching y la danza de los Vampiros
Suele ser habitual tener cansancio mental tras un proceso intenso de Coaching porque el nivel de concentración que necesitamos para generar el impacto de la actuación del coach supone una enorme carga mental. Pero en algunas ocasiones este cansancio es mayor por las características de nuestro compañero en el proceso, estas personas que suelen tener una intensa mirada, un acoso a todas tus expresiones, un discurso diarreico y una tensión emocional exacerbada son las personas que llamamos vampiros energéticos. Es muy normal que te expreses con alocuciones de este tipo: "Me deja molido", "Me parece eterno este Coaching" ó "Me quedo sin fuerzas", cuando acaba de actuar un vampiro energético. Son aquellos coachees que te absorben tu propia energía por el nivel de dedicación, cuidado y sutileza en el trato con el que se tiene que actuar. Los vampiros energéticos te exigen un continuo estado de alerta, porque si relajas tus defensas enseguida distorsiona tu impacto. Son personas que su nivel de expectativas hacia el Coaching, su nivel de ansiedad hacia el cambio y su nivel de dependencia hacia tu trabajo conllevan un enorme esfuerzo en el Coaching.
Me gustaría analizar los tres ideales-tipo de vampiros energéticos que en mi experiencia como coach me han ocurrido:
1.      Vampiros por altas expectativas. Esta persona tiene un alto nivel de expectativas para el Coaching fruto de historias maravillosas, ventas mágicas ó el nivel de necesidad de ayuda por un problema coyuntural. Las expectativas mal canalizadas ejercen una enorme influencia en el coach para obtener resultados y, por tanto, implica una enorme dedicación el gestionar su nivel de expectativas. Cuando gastamos mucha energía en explicar las expectativas hay que actuar como un cazavampiros y utilizar la estaca del realismo para desinflar las ilusiones de las expectativas. Hay que destruir las altas expectativas y rápidamente construir el progreso paulatino en el cambio.
Estos vampiros necesitan cifrar el éxito en el proceso y evitar el continuo cansancio que generan las expectativas frustradas. Trabajar el nivel de expectativas es fundamental porque si no tendríamos en todas las sesiones perdida de fuerzas para debatir sobre lo que él espera y colocar al tiempo como testigo te sirve para aminorar la fuga de energía que implica para el coach estos ambiciosos del querer, que piensan en las altas recompensas antes de haber empezado a cambiar.
2.      Vampiros por ansiedad.  Estos se caracterizan por el continuo cuestionamiento de su capacidad para cambiar ¿Lo sabré hacer? Esta ansiedad hacia el cambio nos imposibilita pensar en los pequeños cambios que posibilitan tu evolución. Cansa al coach su persistente mensaje sobre su cambio, y necesita de mucha energía para superar el discurso que rumia como mantra sobre sus capacidades. La mejor solución es la visualización (ya has cambiado en algo y no te has enterado) ó también negar la mayor: ¿Y porque tienes que cambiar? Es habitual que estos vampiros necesiten de coach que eviten el discurso del cambio y que les introduzcan en nuevas dinámicas más de desarrollo personal que de cambio de conducta para evitar su ansiedad asociada.
3.      Vampiros por dependencia. Estos son los más agotadores, son bien mandados pero su involucración depende del nivel de "mandato" del coach. Son dependientes a tus reacciones y están continuamente necesitando de tu guía. Son los amos de la duda y no están tranquilos si no ponen una duda a una acción. Su dedicación no procede de una reflexión como es lo normal, sino que nos cansa de tanto reflexionar antes de tomar una pequeña decisión. Son vampiros agotadores por su escaso nivel de autonomía. La fórmula del ejemplo y del benchmarking con otras personas suelen ser útiles para aminorar el nivel de dependencia del coach. Estos vampiros son los principales actores de los proceso largos de coaching. El gran reto del coach con estas personas consiste en el desapego, es decir, en cómo acabar el proceso de Coaching en un momento dado.
En fin, todos tenemos como coach diferentes vampiros energéticos que nos ponen la sal a nuestra profesión. Pero que tenemos que saber identificar como vampiros por sus expectativas (realismo), vampiros por su ansiedad (visualización) y vampiros por dependencia (benchmarking) para poder utilizar las herramientas más adecuadas a sus características. Y, para acabar, una reflexión de Bertrand Russell: "La conclusión es que sabemos muy poco, y no obstante es asombroso que sepamos todo lo que sabemos y todavía más asombroso que tan poco conocimiento nos confiera tanto poder". Hay que evitar las altas expectativas del coachee (sabemos muy poco), pero tenemos que quitar su ansiedad (sabemos cosas muy útiles) y, por último, relativizar su dependencia (lo poco que sabemos tiene mucho poder). Combatimos a los vampiros energéticos con una labor realista, centrada en el cambio diario y dando al coachee el tesoro de la autonomía porque si a mí como coach me chupan la sangre al menos que sirva para que cambie mi energético vampiro.

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