El reto de sobrevivir
“La grandeza de un hombre es el proyecto.
Su contenido es la libertad”
José Antonio Marina
El homenaje a un humanista
Viktor Frankl (1905-1997) autor de El hombre en busca de sentido, considerado como “uno de los grandes libros de la humanidad” por Jaspers, buscó el sentido de la vida desde los trece años en su Viena natal donde estudió neurología y psiquiatría. Antes de que las SS nazis deportaran a la familia Frankl (judía practicante), Viktor había escrito buena parte de su primer libro “El doctor y el alma” y había sentado las bases de la tercera escuela de Viena de psicoterapia. A lo largo de los dos años que estuvo en el campo de Theresienstadt, Frankl continuó trabajando en secreto en le manuscrito. Organizó un ciclo de conferencias en Theresienstadt y, de su puño y letra, aparece en el cartel anunciador “Nada hay en el mundo que pueda armar a una persona para sobreponerse a las dificultades del entorno y a los problemas internos como saber que tenemos una misión en la vida”
La filosofía de Frankl emparentada con aquella frase de Nietzsche: “Quien tiene un por qué en la vida es capaz de soportar cualquier como”. Los campos nazis pondrían a prueba su tesis. Viktor fue trasladado a Auschwitz (el más grande y el de peor fama de los campos de exterminio, con más de un millón de víctimas) en octubre de 1944. Se cosió el manuscrito en el forro del abrigo, pero se lo confiscaron y las paginas Perdieron. Pasó con éxito cuatro selecciones que le hubieran llevado a la muerte. Perdió a sus padres y a su esposa Tilly.
En medio de estas atrocidades, comprobó sin género de dudas que el espíritu humano es una entidad muy poderosa cuando se enfrenta a la adversidad. La gran lección la aprendió en Auschwitz, y que nos transmitió a las siguientes generaciones, es terriblemente importante: sobrevivieron solo aquellos a quienes les aguardaba algo que hacer en el futuro. En abril de 1945, cuando fue liberado, reconstruyo el manuscrito y le añadió un breve capítulo sobre sus experiencias en los campos de concentración. Su amigos le animaron a que lo convirtiera en libro y así se publicó El hombre en busca de sentido. La tercera escuela de Viena fue llamada de logoterapia y análisis existencial. La logoterapia (de las palabras griegas therapeuo, sanar y logos, sentido) es sentirse completo a través del sentido. Para descubrir el sentido de la existencia, los seres humanos han de encontrar aquello por lo que merece la pena vivir. Para Frankl la “neurosis colectiva de la edad moderna es consecuencia del vacío existencial”. Con su famoso libro, publicado en ingles en 1959 tras una gira por Estados Unidos, Frankl se convirtió en una de las voces más destacadas de la psicología humanista.
La búsqueda de la Felicidad
Antes y después del Holocausto, Viktor Frankl definió la esencia de una persona a través del espíritu, la libertad y la responsabilidad. El espíritu para transcender, la libertad para elegir nuestra actitud ante las circunstancias, la responsabilidad para actuar y asumir las consecuencias. Por eso describió la logoterapia como “una educación hacia la responsabilidad”. Sólo cuando la voluntad de entendernos se ve frustrada acudimos a la búsqueda del placer personal o del éxito económico. En consecuencia, no buscamos sólo la felicidad, sino algo por lo que sentirnos felices.
Comentarios
ridícula vida desnuda". La descripción que hace Frankl de la
mezcla de emociones y apatía que se agolpan en la mente es
impresionante. Lo primero que acude en nuestro auxilio es una
curiosidad, fría y despegada, por nuestro propio destino. A
continuación, y con toda rapidez, se urden las estrategias para
salvar lo que resta de vida, aun cuando las oportunidades de
sobrevivir sean mínimas. El hambre, la humillación y la sorda
cólera ante la injusticia se hacen tolerables a través de las
imágenes entrañables de las personas amadas, de la fe, de
un tenaz sentido del humor, e incluso de un vislumbrar la belleza
estimulante de la naturaleza: un árbol, una puesta de sol.
Pero estos momentos de alivio no determinan la voluntad de
vivir, si es que no contribuyen a aumentar en el prisionero la
noción de lo insensato de su sufrimiento. Y es en este punto
donde encontramos el tema central del existencialismo: vivir también es sufrir; sobrevivir es hallarle sentido al sufrimiento. Si la vida tiene algún objeto, éste no puede ser otro que el de sufrir y morir. Pero nadie puede decirle a nadie en qué consiste este objeto: cada uno
debe hallarlo por sí mismo y aceptar la responsabilidad que su
respuesta le dicta. Si triunfa en el empeño, seguirá desarrollándose a pesar de todas las indignidades. Frankl gusta de citar a Nietzsche: "Quien tiene un porque para, vivir, encontrará casi siempre el como"