Deporte y Empresa
¿Qué tienen en común el deportista y el empresario?
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Sobre estos temas reflexionan
Rubén Figueiredo y Marcelo Vázquez Ávila, autores del libro “Alto Desempeño. Talento, Carácter y
Determinación”
y del cual presentamos algunas
ideas.
El deporte parece ser el terreno de la pasión, el juego y la entrega incondicional. La empresa, mientras tanto, el ámbito rutinario en el que no cabe margen de error. Sin embargo, mucho tienen para aprender uno del otro. ¿Un buen gerente es un buen entrenador?
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El
“Entrenador Corporativo”: Pasión vs. Rutina
A la
hora de analizar distintos roles del deporte y la empresa, aparece la figura
del entrenador, como así también la del gerente. “Ciertos atributos que
tienen los coaches también los tienen los buenos gerentes”,
dice Figueiredo. “El liderazgo, saber de lo que se habla; la selección y el
manejo del talento son procesos equivalentes. Un buen gerente y un buen coach
atraen, seleccionan e incorporan gente valiosa”, opina el profesor.
Además, en Alto Desempeño,
Figueiredo y Vázquez Ávila aseguran que, tanto en la empresa como en el
deporte, “una parte primordial de la gestión del talento que debe realizar un
dirigente es brindar medios, herramientas para que se puedan expresar sin
limitaciones las capacidades individuales y encuentren cauce los esfuerzos y
el potencial de las personas…”.
Por
otra parte, en ambos ámbitos, el ingreso al equipo requiere un mínimo de
aptitudes técnicas. En el deporte, estas características pueden relacionarse
con cierta altura, peso, destreza, ductilidad y habilidad personal. Luego,
aparecerán el verdadero carácter, el temperamento, la templanza y la
fortaleza anímica que definen a cada persona. “Entre los 100 mejores
tenistas, la diferencia en la aptitud física entre el número 100 y el primero
es casi inexistente. Es la superioridad mental lo que hace a Roger Federer y
Rafael Nadal casi invencibles”, explica Figueiredo.
Juan
José Angelillo ha sido entrenador de la primera división del San Isidro Club
(SIC), club que también lo tuvo como jugador en la máxima categoría, y
también formó parte de Los Pumas entre 1990 y 1994. Además, es directivo de
STC, empresa de logística postal que fundó en 1988, junto con otros dos
compañeros de club y selección: Diego Cash y Fernando Conti. Cabalgando entre
las dos realidades, para Angelillo el rol de coach en la empresa es más
complejo. “Si el martes a la noche, en un entrenamiento en el SIC pregunto
quién quiere ir a su casa, la respuesta es nadie. En cambio, si esa misma
pregunta la hago el martes a las 9 de la mañana en la compañía, la respuesta
es todos. Existe un aspecto afectivo, emocional y lúdico que hace una
diferencia gigantesca en el deporte”, asegura.
Otra
similitud entre empresa y deporte radica en la medición de los objetivos. Es
decir, las dos esferas tienen metas y procesos, pero en el deporte puede
verse la medición casi on line, semana a semana. “En cambio, en otras
actividades, el vínculo entre los procesos y los resultados no es tan
visible. ¿Cómo se evalúa a un gerente? ¿Por campaña, por año? La actividad
empresarial es más compleja que el deporte”, asegura Figueiredo.
“Habría
que preguntarse por qué la gente puede, en ámbitos como el juego y el
deporte, entregarse con más pasión que en una compañía. Ciertas respuestas
tienen que ver con la vocación, el gusto y el propio juego”, sostiene. Y
entonces, el trabajo sería lo contrario: el no juego, la rutina, la
alienación. En este aspecto, el deportista profesional se parece más al
trabajador. “Existe una paradoja: deportistas amateurs, sin dinero de por
medio, son capaces de entregar años de su vida al juego. En la empresa, no
podría desarrollarse este tipo de entrega. Hay cosas que se dan en el deporte
que no se dan en la empresa, como los márgenes de libertad, autonomía y
creatividad. En la compañía, esto hay que hacerlo más conscientemente”. En el
mundo del trabajo esa pasión, creatividad y juego sólo los encuentra el que
tiene una vocación genuina por lo que hace, que disfruta como un tenista o un
deportista, “y que muestra a ese niño que quiso ser ingeniero o médico”.
¿Buen deportista, buen
empleado?
¿Practicar
deportes trae un valor agregado en la empresa? “No busco deportistas en la
compañía”, dice Angelillo, pues no cree que el deporte sea la única actividad
que desarrolla la personalidad. También resalta las distintas expresiones
artísticas. “Pero, por ejemplo, en Atención al cliente busco personas con don
de gentes. Me das a elegir entre un individuo con estas características y
otro más preparado técnicamente, un crack pero un amargo, y me quedo con el
primero”, sentencia Angelillo.
Según Vázquez Ávila, el deporte tiene un aspecto formativo muy importante, y el de alto desempeño parecería tenerlo más aún. Enseña a tolerar la presión, trabajar en situaciones adversas, enfrentar a rivales más duros, ser regulados con las pautas de un árbitro, respetar decisiones de otros, prepararse, entrenarse y esforzarse, entre otras cosas. “El deporte muestra la pasión por lo que haces, la perseverancia, el entusiasmo por cumplir metas y objetivos, porque en un juego sin objetivos no llegas a ningún lado”, y asegura que una de las mayores enseñanzas que le dejó el deporte y que aplica a su trabajo es la de “mente fría y corazón caliente”.
El
deporte también resalta valores como la solidaridad, la confianza y la
capacidad de establecer vínculos. Estas características parecieran estar más
presentes en las personas que han desarrollado deportes en equipo. Mientras
tanto, los deportistas individuales parecieran ser personas con una capacidad
de autonomía y de entereza frente al rival, a diferencia del que opera en
equipo que siempre tiene en quién apoyarse.
Vázquez Ávila asegura que la nobleza y el fair play son aspectos
intrínsecos del deporte, como así también la capacidad para tomar decisiones
rápidas, la actitud, la cabeza, el empuje propio, el siempre “dar un poquito
más”, el disfrutar y aportar, además de beneficios para la salud, una visión
lúdica y desacartonada de la vida. Y en los deportes más individuales, se nota
mucho el competir contra uno mismo, el afán de superación. El motor que
tienen los deportistas es una escuela de vida impresionante. Podría decirse
que casi irreemplazable.
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Rubén
Figueiredo. Programa de Perfeccionamiento
Directivo (PIDE), IAE, Universidad Austral; Psicólogo, UBA; Profesor de
Comportamiento Humano en la Organización, IAE, Universidad Austral.
Marcelo
Vázquez Ávila. Ph. D en Ciencias Biológicas,
UBA; Licenciado en Ciencias Biológicas, UBA; Profesor de Factor Humano en el
Instituto Internacional San Telmo, Sevilla, España. http://vazquezavila.blogspot.com
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