En vacaciones, menos es más
por Marcelo Vázquez Avila
Ir más despacio, tomar conciencia del aquí y el ahora, saborear, reírnos,
apreciar la simplicidad...son actitudes que nos predisponen al placer.
La idea de algo placentero remite a unos ritmos en los que los tiempos
los marca la persona, no al revés.
Festina lente es
una locución latina, cuya traducción literal
es: "Apresúrate lentamente". Palabras atribuidas a Augusto,
según Suetonio (Augusto,
25): "Caminad lentamente si queréis llegar más pronto a un trabajo
bien hecho". Corresponde
al refrán castellano "Vísteme despacio, que tengo prisa".
Disfrutar
la vida no tiene tanto que ver con el estado de nuestra cuenta bancaria como
con saber apreciar, y propiciar, los momentos de gozo. Más allá de las
codiciadas vacaciones, en las que el placer parece fácil de alcanzar, todos podemos
disfrutar en el día a día a través de los actos más simples. Se trata de darnos
cuenta de qué es lo verdaderamente importante para propiciar un cambio de
actitud.
Es una
de las paradojas de nuestro tiempo: nos marchamos de vacaciones para descansar
y regresamos aún más cansados que cuando nos fuimos. ¿A quién no le ha ocurrido
alguna vez? Acostumbrados a llenar cada minuto de nuestro tiempo, nos empeñamos
en “aprovechar” las vacaciones para ver, hacer y experimentar mil cosas sin
concedernos un momento de tregua.
Irnos de viaje a la otra punta del mundo, visitar el máximo de lugares en el mínimo tiempo posible, ver todos los monumentos que salen en la guía, seguir un itinerario, respetar los horarios para poder hacerlo todo... ¡La simple idea produce cansancio! ¿Y si decidiéramos que tal vez basta con ver una cosa al día, y verla bien, y tener tiempo para descansar y relajarnos después? En vez de pasarnos el día corriendo de un lado para otro para ver todo lo que “tenemos” que ver, dejarnos llevar con ejercicios como el siguiente: Siéntese un par de hora en la terraza de una cafetería y deléitese en la contemplación de la calle y las personas. Aunque la idea de visitar lugares exóticos sea atractiva, podríamos decidir no viajar tan lejos. Unas vacaciones en un lugar cercano nos supondrá ahorrar tiempo y preocupaciones en incómodos viajes. Además, si lo que buscamos son unas vacaciones de reposo, no necesitamos recorrer 10.000 kilómetros para lograrlo. En muchas ocasiones, para descansar sólo necesitamos cambiar de lugar.
Irnos de viaje a la otra punta del mundo, visitar el máximo de lugares en el mínimo tiempo posible, ver todos los monumentos que salen en la guía, seguir un itinerario, respetar los horarios para poder hacerlo todo... ¡La simple idea produce cansancio! ¿Y si decidiéramos que tal vez basta con ver una cosa al día, y verla bien, y tener tiempo para descansar y relajarnos después? En vez de pasarnos el día corriendo de un lado para otro para ver todo lo que “tenemos” que ver, dejarnos llevar con ejercicios como el siguiente: Siéntese un par de hora en la terraza de una cafetería y deléitese en la contemplación de la calle y las personas. Aunque la idea de visitar lugares exóticos sea atractiva, podríamos decidir no viajar tan lejos. Unas vacaciones en un lugar cercano nos supondrá ahorrar tiempo y preocupaciones en incómodos viajes. Además, si lo que buscamos son unas vacaciones de reposo, no necesitamos recorrer 10.000 kilómetros para lograrlo. En muchas ocasiones, para descansar sólo necesitamos cambiar de lugar.
El deseo de ser valientes
En
ocasiones, nos llenamos de responsabilidades para no tener que afrontar la
posibilidad del cambio. En el fondo son auto sabotajes que nos infligimos para
no tener que tomar decisiones llevar a cabo cambios en nuestras vidas.” Por el
contrario, el descanso, la relajación, el contacto con la naturaleza... nos
ayudan a reconocer nuestros verdaderos deseos y a tomar fuerzas para vivir de
forma más acorde con lo que queremos. Los momentos de lícita satisfacción personal
son imprescindibles para volver a conectar con nosotros mismos.
Y es
que disfrutar la vida es también una cuestión de coraje. Atrevernos a estar
presentes en cada momento y a procurar vivir de forma que no atentemos contra
lo que somos o lo que nos hace felices. Decía John Lennon que “la vida es
aquello que te va sucediendo mientras estás ocupado haciendo otros planes”.
Así, el secreto para disfrutar plenamente la vida es, sencillamente, dejar de
pensarla tanto y empezar a vivirla plenamente, de una manera mucho más
coherente con nuestros anhelos más profundos.
Y es que disfrutar la vida es,
ante todo, cuestión de actitud.
Comentarios