Celebrar la vida
por Marcelo Vázquez Avila
Esta realidad tan cotidiana ayuda a descubrir el valor de saber detenerse para generar un tiempo distinto al de la rutina diaria, un tiempo para gozar más intensamente de la vida y sus situaciones, realidad que si bien se puede experimentar en las actividades de cada día, se hace más palpable en esos momentos especiales.
Celebrar es una dimensión propia de la vida de las personas y uno de los momentos en que más se pueden expresar como tales. Las formas de hacerlo varían mucho de acuerdo a los ambientes y las culturas, pero hay una que tiene un sentido muy especial particularmente en el mundo de los más jóvenes -no lo somos todos en algún recóndito lugar de nuestro corazón?- se trata de las fiestas.
La fiesta es un tiempo que se dedica para celebrar un acontecimiento que nos permite romper la rutina, experimentar la profundidad de la vida, sentirla como regalo y descubrir que vale la pena ser vivida; nos da la posibilidad para manifestarnos como somos en un clima de libertad y espontaneidad; nos ayuda a superar la soledad, porque es imposible hacer fiesta solo, pues la alegría exige ser compartida siempre con otros; nos da libertad de espíritu para "perder el tiempo", porque en la fiesta parece que simplemente el tiempo no pasa o pasa de un modo muy agradable y placentero.
La fiesta es un tiempo para la personalización, para ser más en profundidad, para recrear y recrearse, para la creatividad, para el encuentro, la comunicación y el diálogo. En una sociedad donde el diario vivir se nutre de acciones muchas veces interesadas, la fiesta es un tiempo para la gratuidad; la fiesta es participación en el dinamismo de la liberación y la utopía; en un mundo materialista e individualista, la fiesta permite hasta expresar la propia fe, y hasta abrirse al sentido pleno de lo trascendente.
Entendida de esta manera, la fiesta es una realidad profundamente humana que eleva y dignifica, impide quedarse en la dimensión meramente horizontal de la existencia, lleva a Dios y permite celebrar la vida.
Celebrar, es pues, disponer de un tiempo y de un espacio para que, a través de gestos, signos, palabras y actitudes, un acontecimiento se haga realmente vital. El cumpleaños o el santo, la finalización de los estudios, el reencuentro con un ser querido y mil otras celebraciones más van alegrando y enriqueciendo el diario vivir. Como en la vida de las personas, hay también momentos significativos en las familias, los grupos juveniles, las comunidades, la historia de los pueblos, etc.
Celebrar la vida vale la pena para todos aquellos que
todos los días nos empeñamos en aprender algo nuevo, desde el nacimiento hasta
el presente.
Ser mejor persona
Y es que
la vida ofrece un sinfín de oportunidades cada día para aprender a ser mejor persona y aprovechar cada minuto de
la misma. La vida transcurre muchas veces en medio de momentos rutinarios que
ocupan casi mecánicamente las horas y los días. Pero es también la oportunidad
para que se den otros acontecimientos, buscados expresamente o simplemente
inesperados, capaces de romper esa rutina y hacer que se les dedique un tiempo
especial para "celebrar". La diferencia entre unos y otros no está
tanto en la actividad o en lo que se realiza, sino en la forma y en el sentido
con el que se viven. Son esencialmente significativos no porque sean distintos
a los de todos los días, sino porque se los vive de una manera diferente.
Esta realidad tan cotidiana ayuda a descubrir el valor de saber detenerse para generar un tiempo distinto al de la rutina diaria, un tiempo para gozar más intensamente de la vida y sus situaciones, realidad que si bien se puede experimentar en las actividades de cada día, se hace más palpable en esos momentos especiales.
Celebrar es festejar
Celebrar es una dimensión propia de la vida de las personas y uno de los momentos en que más se pueden expresar como tales. Las formas de hacerlo varían mucho de acuerdo a los ambientes y las culturas, pero hay una que tiene un sentido muy especial particularmente en el mundo de los más jóvenes -no lo somos todos en algún recóndito lugar de nuestro corazón?- se trata de las fiestas.
La fiesta es un tiempo que se dedica para celebrar un acontecimiento que nos permite romper la rutina, experimentar la profundidad de la vida, sentirla como regalo y descubrir que vale la pena ser vivida; nos da la posibilidad para manifestarnos como somos en un clima de libertad y espontaneidad; nos ayuda a superar la soledad, porque es imposible hacer fiesta solo, pues la alegría exige ser compartida siempre con otros; nos da libertad de espíritu para "perder el tiempo", porque en la fiesta parece que simplemente el tiempo no pasa o pasa de un modo muy agradable y placentero.
La fiesta es un tiempo para la personalización, para ser más en profundidad, para recrear y recrearse, para la creatividad, para el encuentro, la comunicación y el diálogo. En una sociedad donde el diario vivir se nutre de acciones muchas veces interesadas, la fiesta es un tiempo para la gratuidad; la fiesta es participación en el dinamismo de la liberación y la utopía; en un mundo materialista e individualista, la fiesta permite hasta expresar la propia fe, y hasta abrirse al sentido pleno de lo trascendente.
Entendida de esta manera, la fiesta es una realidad profundamente humana que eleva y dignifica, impide quedarse en la dimensión meramente horizontal de la existencia, lleva a Dios y permite celebrar la vida.
Celebrar es algo inmemorial
Celebrar, es pues, disponer de un tiempo y de un espacio para que, a través de gestos, signos, palabras y actitudes, un acontecimiento se haga realmente vital. El cumpleaños o el santo, la finalización de los estudios, el reencuentro con un ser querido y mil otras celebraciones más van alegrando y enriqueciendo el diario vivir. Como en la vida de las personas, hay también momentos significativos en las familias, los grupos juveniles, las comunidades, la historia de los pueblos, etc.
La vida
es para celebrar, como una fiesta permanente y personal, pero se tiene que
saber cómo celebrar. Ninguno de nosotros sabemos cuántos años más estaremos por
aquí, pero sí sabemos que nuestro tiempo está limitado. Celebrar la vida es darle un “me
gusta” o un sí a la vida y es una oportunidad para reflexionar sobre el sentido de nuestra existencia. Es la
oportunidad para renovar nuestros compromisos personales y darnos cuenta de que
tenemos la libertad para decidir cada acción, cada actitud, cada
movimiento que hacemos para ser absolutamente responsables de nuestra historia.
Celebrar la vida es agradecer cada instante, por estar vivos, por estar
rodeados de personas que inspiran un inmenso amor, por tener el privilegio de acceder al conocimiento que nos brindan las personas que con su modo
de estar en el mundo enriquecen nuestro viaje.
Celebrar
la vida es abrazar, amar, sonreír, vivir con calma,
vivir a
plenitud cada instante y compartir nuestra
interpretación
del mundo.
Comentarios
Para mis adentros, me dije “Marcelo no escribe artículos vacíos” y me prometí leerlo más tarde sin tener otras cosas en mente.
Y más tarde, y con la mente abierta, me quedé con una gran idea madre “La importancia de generar un tiempo distinto al de la rutina diaria” y con ello, y usando tus palabras, nos ayuda a experimentar la profundidad de la vida e impide quedarse en la dimensión horizontal de la existencia, siendo oportunidad de reflexionar sobre el sentido de nuestro ser.
Muy lindo. Simple y extremadamente profundo a la vez. Gracias. Un abrazo. Omar