¿Que hay detras del boom de la costura?
El origen de la costura ...
Su historia probablemente comienza con las
primeras prendas conocidas, originarias del Paleolítico, que tenían la función
de protección contra el frío y estaban hechas de materiales aprovechados de los
animales que eran para la alimentación. Las pieles curtidas eran unidas
unas a otras con ayuda de los huesos, las primeras agujas, y
tiras de cueros y tripas.
Se
cree que el uso de lana animal y pelusa de algodón ya se utilizaron en la
primera ropa hace unos 25.000 años. Hay registros de pueblos nativos en América
que usaban plantas como el agave, del cual se usaba la punta de la hoja como
aguja y fibras secas para coser piezas.
La costura en la antigüedad
En el Antiguo Egipto, la ropa era considerada un artículo
destinado exclusivamente a los más ricos, quienes usaban túnicas de lino
amarrados en el cuerpo y con muy pocas costuras. Entre
los pueblos de Persia, se encuentran los primeros registros conocidos de
ropa hecha a medida, restaurada y ajustada, además de zapatos de cuero con
corbatas, piezas con mangas y otros detalles agregados a través del corte y
costura de telas como lana, lino y seda de China.
En
la Antigua Grecia, el trabajo con hilos y telas ya se insertaba en el contexto
doméstico de las mujeres, que producían telas de lana, seda y lino, unidas en
formato de cilindro y luego en el telar para ser usadas como túnicas fruncidas
y con un cinto hecho de cordones, botones y alfileres. Cortar y coser, de
hecho, no existía en la Antigua Grecia hasta el siglo IV, cuando las prendas
llegaron a tener más de una pieza, a menudo con mangas.
Investigaciones
Si bien una
parte de la investigación sobre contextos de violencia política identifica el
valor terapéutico del hacer, muy pocos trabajos han explorado a profundidad
cuáles son los aspectos del quehacer textil, concretamente la costura –más allá de un quehacer manual–
que constituyen un factor sanador en las personas. En cuanto al impacto terapéutico
¿cuál es la
diferencia entre realizar una práctica textil o una práctica artesanal?
¿Lo sanador
es acaso el acto mismo de coser?
¿Es el
movimiento corporal?
¿Es el
espacio de auto reflexividad que provoca la intimidad con lo textil?.
Algunas investigaciones han encontrado que lo sanador es que la costura sirve para contar de manera gráfica las historias de dolor; por su parte otras publicaciones, desde una perspectiva neuropsicológica, muestran que el tejido en tanto que narrativa corporal puede resultar beneficioso en contextos en que es difícil representar eventos traumáticos por medios verbales. Se ha identificado que la realización de labores textiles ayuda a desbloquear recuerdos del pasado y facilita el procesamiento emocional; de la misma manera, las actividades manuales textiles pueden ser de ayuda terapéutica en los procesos de depresión en tanto crean un sentido de autonomía y creatividad, así como de dominio y control. Así, las actividades creativas no solo facilitarían la autoexpresión sino que también ayudarían a integrar diferentes aspectos del yo, lo que resulta en un mejor sentido de coherencia. En otros casos, se ha señalado que el hacer artesanal disminuye la actividad del sistema nervioso y, por lo tanto, “repara” los estados de ánimo. Las entrevistas realizadas permitieron entrever un sentido afectivo de las prácticas textiles, es decir, una dimensión por medio de la cual circulan emociones en contextos comunitarios y privados del hacer. En los espacios colectivos del hacer textil circula una profunda noción de unión y acompañamiento entre las personas que allí participan; estos se constituyen como lugares de creación de vínculos de confianza, por medio de los cuales se puede hablar de los daños sufridos a la vez que se busca una manera de darles sentido.
En los testimonios de las
participantes sobresale el lenguaje de la colectividad: hacemos, estamos,
nosotras, somos, todas, nuestro. Esta frecuencia de palabras indica que es más
importante hacemos que hago, o somos que soy, lo que resalta el carácter
colectivo de las prácticas textiles. De este modo, el vínculo atraviesa el
hacer textil de una manera tan intrínseca que podríamos decir que el hacer es
un vínculo en sí mismo. Suelesn decir que “por medio de las telas tú encuentras un
alivio porque puedes conversar con las otras y los otros” .
Para Angulo y
Martínez, al tejer la mente entra en un estado receptivo: se escucha mejor a
otros cuando se está tejiendo. Las telas permiten generar vínculos; coser las conecta con otras
personas. Así, en el sentido que ha propuesto Carol Gilligan, esta práctica
está atravesada por una ética del cuidado no como una ética femenina que fija
el cuidado a los roles históricamente asumidos por las mujeres; sino feminista,
en virtud de una crítica tanto a las formas neoliberales de justicia que
descuidan la posibilidad de pensar en los demás como de la idea de abnegación y
bondad que ha silenciado las voces de las mujeres en aquellos contextos de guerra: “Los procesos colectivos
de tejido para mí son mucho más complejos que el producto final. Se trata de un
trabajo amoroso, amable, que puede ser visible o invisible. Es sobre todo un
proceso de cuidado. Ese es el proceso más potente que se debe trabajar cuando
uno cose con otros, porque teje su intimidad, sus historias, sus propósitos. Es
un proceso de cuidado de otros y de autocuidado” . Estos escenarios de
cuidado del otro representan espacios seguros en los que se puede hablar del
dolor propio y escuchar el dolor de otros, lo cual produce allí una comunidad
de apoyo: “Yo pienso que hay que crear comunidades de apoyo en donde se cosa y teja
una historia que es común, no se trata de ser espectadores del drama de otros”.
En este proceso las personas se sienten liberadas y acompañadas; pueden
resignificar los hechos de violencia ocurridos para lograr hacer algo frente al
dolor: “En comunidad uno está contando la historia y las otras compañeras
pueden decir «Ay, a mí también me pasó eso» y ahí va uno sanándose”. De manera
similar algunas dicen: “Para mí la recompensa por toda esta lucha es estar con las
compañeras, compartir sus dolores como míos y hacer los míos más llevaderos;
aprender a entenderlas, respetarlas, quererlas y a compartir con ellas en las
buenas y en las malas”. Por su parte, a Gloria los espacios colectivos le han
permitido abrirse y así reconocer cierta fortaleza en ella: “esto también ayuda
a que uno se abra a más espacios, a que pierda el miedo a hablar y por medio de
eso sanar, porque no es bueno guardarse esas cosas” . De esta forma, los espacios
colectivos de costura se convierten en lugares en los que se movilizan afectos y
se cuida al otro en un escenario de confianza que posibilita la enunciación y
la representación los daños, para así poder resignificarlos. Estos espacios de
confianza llegan a representar el apoyo necesario para buscar un sentido y para
generar una representación de los hechos, en el sentido planteado por Boris
Cyrulnik. Son relaciones efectivas en tanto que posibilitan la apertura, la practica de la autocompresión y aceptación de uno mismo
Habilidades
y Beneficios que aporta la Costura
1.
La motricidad fina. Una de las habilidades más importantes para la tan
buscada y adelantada lectoescritura. Cuando cogemos una aguja para coser ya
estamos debiendo tener cierta habilidad en las manos, es mucho más delicado que
coger un lapicero. Por eso es genial iniciarse así. Luego es mucho más fácil
escribir.
2.
La coordinación ojo
mano. Una de las tareas imprescindibles para coser es
enhebrar la aguja. Necesitamos mirar el ojo de la aguja, agarrar el hilo e
introducirlo por él. Intentad no dar a los niños agujas con el ojo diminuto,
pero tampoco caigamos en darles la típica aguja (rosa, como no) de plástico
donde como te descuides metes el dedo además del hilo. No pasa nada porque al
principio sea complicado, y si les hace falta ayuda se la damos. ¡Por supuesto!
Pero lo bonito del aprendizaje es enfrentarnos a retos que podemos superar
después de hacer un proceso y de fallar muchas veces.
3.
Las direcciones. Lo bueno de la costura es que se trabaja en el espacio. lo volumétrico y no
solo en el plano. Además de trabajar arriba, abajo,
izquierda y derecha también nos permite trabajar delante y detrás.
4.
La concentración. Coser exige estar concentrado en lo que haces. Si estamos
dispersos las puntadas no van a quedar iguales y además podemos pincharnos. No
se trata de pasarse horas cosiendo, sino de disfrutarlo y concentrarnos en la
actividad, el tiempo que podamos.
5.
Vivir el presente. Lo podemos llamar meditación activa, mindfulness, atención
plena o como prefiráis. Las actividades que nos exigen vivirlas con todo
nuestro cuerpo nos ayudan a mantener esa conexión que tenemos con nosotros y
con nuestras necesidades cuando somos pequeños. La importancia de este tipo de
estímulos en los que es el niño el que entra en la actividad y no la actividad
la invade al niño es altísima, en otro post hablaremos de los peligros de la
hiperestimulación.
6. Vivir la vida es una tarea constante donde
coser sueños y desatar nudos, los pasados y los presentes para avanzar con mayor
libertad. Tener una vida con significado implica a su vez que seamos sabios
tejedores de historias, artesanos de las buenas relaciones y rastreadores de
mejores espacios y entornos donde seguir creciendo en felicidad, libres de nubes oscuras y vientos fríos. Asumir
esta serie de ideas sería sin duda un buen modo de encarar mucho mejor esos
vaivenes que acontecen en nuestro siempre complejo “aquí y ahora”. Una frase
ilustrativa sobre esto mismo es aquella que dice que “la vida no se trata de
lo rápido que corres o lo alto que subes, sino de cuán bien rebotas”.
El tener una realidad satisfactoria es un sutil proceso donde saber
reaccionar a tiempo ante las adversidades, de entender que la felicidad no es un
camino recto sino todo un ejercicio de creatividad , reacción, acción y supervivencia.
Vivir la vida no es solo limitarnos a existir, lo sabemos, sin embargo, a veces se nos olvida. Se nos pasa por alto que alzarnos como auténticos protagonistas de ese escenario que cada día se abre ante nosotros implica varias cosas.
La primera es responsabilidad con uno mismo.
La segunda es disponer de pasión, de entusiasmo, de auténticas ganas por ser, estar y aspirar a cosas mejores.
La tercera es ser
capaces de dotar a nuestra vida de significado.
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