Gestionando mis miedos


 La emoción del miedo es muy frecuente en los seres humanos. En algún momento, todos los padecimos en niveles aceptables. Aquellos que logran dominarlo, aceptarlo, atravesarlo y conducirlo apropiadamente, son los que alcanzarán a concretar sus metas y objetivos, superar los obstáculos y encarar lo nuevo con renovado espíritu.

Es frecuente que muchas personas sientan miedo ante el momento de tener que realizar algún cambio en cualquier aspecto de la vida, o tomar decisiones, sin distinguir si es brusco o escalonado. Lo cierto es que resulta habitual que el miedo que se tiene es desproporcionadamente mayor a la verdadera dificultad que reside en aquel cambio, situación, hábito o comportamiento.

En el origen, el miedo es una fantasía transformada en expectativa de futuro por algo aparentemente real que aún no sucedió. La mente del miedoso se esfuerza por poner barreras para que no logre pasar ese primer impulso hacedor. Las personas que no lo afrontan adecuadamente, pueden pasarse toda la vida agazapadas detrás de sus sueños y metas, y sin salir de esa emoción que los inhabilita.

Hace tiempo encontré una tabla muy interesante, con claves para vencer el miedo. Si bien desconozco su autor, aquí comparto estos y otros tips con una breve explicación de cada uno para ayudarte a salir adelante.

Haz algo, cualquier cosa. Puesto que el miedo se alimenta de la inacción, la forma más efectiva es que hagas lo primero que se te venga a la cabeza, por pequeño o disparatado que sea. Necesitas moverte continuamente y practicar desde cosas insignificantes hasta las más grandes. Paso a paso observarás cómo ganarás en auto confianza y asumirás desafíos mayores.

Toma una decisión, cualquier cosa sirve. Necesitas abandonar la creencia de que no puedes decidir hasta que estés seguro del resultado. La educación que has recibido y esa sensación de “ser miedoso” que te invade han hecho un gran esfuerzo para condicionarte a que debas estar seguro de cómo serán las cosas al final. Esto no existe: no lo sabrás hasta que no lo intentas. Si bien, conscientemente, tal vez aceptes que es así, lo necesitas poner en práctica. Decidir sobre todo, incluso por pequeñeces, te entrena en este hábito muy útil para desenvolverte en la vida. Prueba, intenta, da lugar al error y a que puedas corregirte: sólo así aprendes en este plano físico en el mundo.

Imagina lo peor que te podría suceder y decide qué harías si efectivamente sucediera. Ya que fantaseas en negativo -y el miedo que sientes es exactamente esto- haz tu gran puesta en escena con todo aquello que fracasaría y que te haría sentir de lo peor. ¿Cómo te sentirías? ¿Qué emociones tendrías? Ahora, en serio: ¿es tan grave como fantaseas? Date cuenta que poner en perspectiva las alternativas te ayuda a tener altitud, para elegir la actitud apropiada para escoger cualquier acción. Es preferible hacer algo, que no hacerlo.

El miedo se alimenta de lo desconocido. Entonces, hay que contraponerle certeza, información, investigación, datos, chequeo de tu plan; todo aquello que te permita juntar fuerzas para afrontarlo con mayores herramientas. La mejor de todas es la acción; porque leer e informarte es relativamente sencillo. Lo que necesitas lograr es hacerlo de verdad, paso a paso, empezando por lo más pequeño. El primer paso ya es tu cincuenta por ciento de avance frente a la parálisis en la que estabas.

 Imagina lo mejor que podría suceder, y cómo te sentirías si efectivamente sucediera. Como eres un experto en fantasear en negativo, también puedes hacer lo mismo al revés, en positivo. ¿Cómo te sentirías emocionalmente consiguiendo eso que anhelas? ¿Qué experiencia nueva traería a tu vida? ¿En qué cambiaría tu situación actual? ¿Cómo utilizarías lo nuevo para seguir creciendo y dejando tu huella en el mundo? Estas preguntas poderosas te ayudarán a reforzar tu espírtu de éxito, imaginando lo mejor que podría suceder. Funciona mejor si lo escribes y lo relees cada vez que sientas miedo; y, por supuesto, debes llevar un registro minucioso del paso a paso para darte ánimo cuando lo necesites.

El miedo se alimenta de tus sensaciones de que vales poco. Alguien, como un loro que dice sólo cosas negativas, te habla al oído continuamente. El miedo se vale de tus debilidades, y por eso, como odia tus fortalezas, a ti te resultará muy grato y hasta fácil salir de eso posicionándote en positivo. Esas cosas que escuchaste alguna vez y que, inconscientemente, las sigues repitiendo aunque hayan pasado varias décadas, no te sirven más. Vales mucho; eres un ser humano que -aunque quizás aún no lo sepas- tiene sus dones y habilidades que lo hacen particular. Eso es a lo que debes “sacarle lustre” cada día para dejar de sentir que vales poco.

Cambia tu chip negativo. Dí “Cualquier cosa es posible”, en vez de tu repetido “esto no es posible”. Como tu miedo se alimenta de las sensaciones de imposibilidad, es importante entrenar a tu cerebro para dar órdenes e indicaciones positivas. Apóyate en la neuroplasticidad del principal órgano que rige todo el organismo. Dale las herramientas para que te apoye. Estimula ambos hemisferios (izquierdo, más analítico y racional; derecho, más blando e intuitivo). Balancea tus pensamientos y esquemas mentales para conformar una experiencia completa a la medida de lo que quieres lograr.

Dí “Yo puedo”, “¿Por qué no?” en vez de tu frecuente “No puedo”. Esto se llama higiene verbal. Descarta las palabras negativas reflejas, esas que dices por costumbre y en automático. Reemplázalas por expresiones positivas que te apoyen para soltar el miedo y animarte a más. Este proceso es fundamental para tu éxito. Al principio es posible que te cueste un poco; luego de practicar lo suficiente, lo incorporarás en forma natural, como cualquier hábito.

El miedo se alimenta de tu negatividad. Por eso vives un espiral descendente que parece no tener fin: un pensamiento lleva a otro, y siempre en sentido descendente. Todo lo contrario sucede cuando empiezas a animarte para dar el paso a paso: la negatividad cede y comienzas a recobrar tu autodominio y control de tus emociones. En poco tiempo, practicando una y otra vez como cuando aprendiste a andar en bicicleta, vas a experimentar un estado de consciencia más positivo, apoyado en tus pequeños logros enfocados en “ese gran logro” por el que estás trabajando. Recuerda que en lo que piensas es en lo que te conviertes: si piensas en “miedo”, eso es lo que obtendrás.

Busca la verdad en vez de ocultar los hechos. ¿Sabías que el miedo se alimenta de mentiras? No le gusta la verdad, que, en este caso, es que tú puedes superarte y vencer las barreras que te limitan. Por eso se esfuerza en ponerte todo tipo de cuentos e historias negativas, en alianza con tu ego. El ego siempre querrá que vayas por más, y si no le prestas atención, empezará a traerte todo tipo de tropiezos y miedos para que desistas. ¿Qué voz eliges escuchar?

Inhala profundamente aire cada vez, en lugar de contener tu aliento. El miedo se alimenta de la asfixia, del ahogo, por eso te sientes con poca lucidez en esos momentos extremos. Cuando respiras con toda tu capacidad de pulmones y diafragma -justo arriba del estómago y detrás del ombligo- se duplica tu cantidad de aire. Esto permite que el cerebro se oxigene mejor y que sientas más energía.

Acepta los errores, ya que eres un ser humano. Deja de lado tu adicción a pretender que no cometerás ningún error. El miedo se alimenta del perfeccionismo. No existe la perfección en este plano físico; de hecho, todos los seres humanos somos imperfectos. Entonces, acéptate tal como eres, y empieza a aprender de los traspiés: son los grandes maestros.

Da un paso hoy, en vez de esperar a correr un maratón mañana. El miedo se alimenta de esperar, de que no concretes las cosas. Como quiere tenerte dominado en un lugar muy profundo, intenta que no cambies y estés siempre en el mismo círculo vicioso. Para afrontarlo, asume con todo tu ser que necesitas dar un paso por vez. Está muy bien plantearse grandes objetivos: todos ellos se conquistan con el primer paso. 

No existe la posibilidad de saltar en el tiempo, así que para conseguir aquello que quieres, tienes que hacerlo gradualmente. 

Paso a paso…

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