"Campeón, ¿se nace o se hace?"



por Marcelo Vazquez Avila

El campeón se da más oportunidades, pero tampoco se conforma en los partidos ni en los entrenamientos. Su éxito se basa en conocer su lado flaco y en trabajar para mejorarlo.


Más allá de las grandes diferencias entre un ámbito y otro, empresa y deporte tienen algunas similitudes. Semejanzas que Valdano parece extraer a lo largo de su experiencia de jugador y técnico, devenido hoy en empresario. Se trata de dos campos importantes de la actividad humana. “En la empresa, nos dejamos jirones de nuestra existencia; en el deporte, desplegamos todo nuestro arsenal de habilidades y pasiones, mostrando desnuda nuestra verdadera personalidad y, a caballo de ambos, aprendemos a caminar por la vida, nos entrenamos en el cotidiano empeño de escribir nuestra irrepetible biografía”, enfatiza el profesor Santiago Álvarez de Mon, del IESE.


Pasión vs. Rutina


A la hora de analizar distintos roles del deporte y la empresa, aparece la figura del entrenador, como así también la del gerente. “Ciertos atributos que tienen los coaches también los tienen los buenos gerentes”. “El liderazgo, saber de lo que se habla; la selección y el manejo del talento son procesos equivalentes. Un buen gerente y un buen coach atraen, seleccionan e incorporan gente valiosa”. Además, en Alto Desempeño, Figueiredo asegura que, tanto en la empresa como en el deporte, “una parte primordial de la gestión del talento que debe realizar un dirigente es brindar medios, herramientas para que se puedan expresar sin limitaciones las capacidades individuales y encuentren cauce los esfuerzos y el potencial de las personas…”.


Por otra parte, en ambas esferas, el ingreso al equipo requiere un mínimo de aptitudes técnicas. En el deporte, estas características pueden relacionarse con cierta altura, peso, destreza, ductilidad y habilidad personal. Luego, aparecerán el verdadero carácter, el temperamento, la templanza y la fortaleza anímica que definen a cada persona. “Entre los 100 mejores tenistas, la diferencia en la aptitud física entre el número 100 y el primero es casi inexistente. Es la superioridad mental lo que hace a Roger Federer y Rafael Nadal casi invencibles”, explica Figueiredo.


Juan José Angelillo es uno de los entrenadores de la primera división del San Isidro Club (SIC), club que también lo tuvo como jugador en la máxima categoría, y también formó parte de Los Pumas entre 1990 y 1994. Además, es directivo de STC, empresa de logística postal que fundó en 1988, junto con otros dos compañeros de club y selección: Diego Cash y Fernando Conti. Cabalgando entre las dos realidades, para Angelillo el rol de coach en la empresa es más complejo. “Si el martes a la noche, en un entrenamiento en el SIC pregunto quién quiere ir a su casa, la respuesta es nadie. En cambio, si esa misma pregunta la hago el martes a las 9 de la mañana en la compañía, la respuesta es todos. Existe un aspecto afectivo, emocional y lúdico que hace una diferencia gigantesca en el deporte”, asegura.


“En el SIC, los jugadores ponen el entusiasmo”, opina y luego agrega: “Como entrenador, esa emoción no la pongo yo, sino el jugador”. “A veces te equivocas”, afirma, y asegura que en la empresa hay menos tolerancia al error. “En el deporte, la mejor escuela de aprendizaje es equivocarte y es imposible no hacerlo. Un crack puede no convertir un penal, pero un contable no puede errarle en una coma. El juego te enseña a ser tolerante porque la intolerancia no te lleva a ningún lado. Si yo reacciono mal frente a la equivocación, genero un mal clima”.


Otra similitud entre empresa y deporte radica en la medición de los objetivos. Es decir, las dos esferas tienen metas y procesos, pero en el deporte puede verse la medición casi on line, semana a semana. “En cambio, en otras actividades, el vínculo entre los procesos y los resultados no es tan visible. ¿Cómo se evalúa a un gerente? ¿Por campaña, por año? La actividad empresaria es más compleja que el deporte”, asegura Figueiredo.


"Habría que preguntarse por qué la gente puede, en ámbitos como el juego y el deporte, entregarse con más pasión que en una compañía. Ciertas respuestas tienen que ver con la vocación, el gusto y el propio juego”, sostiene. Y entonces, el trabajo sería lo contrario: el no juego, la rutina, la alienación.


En este aspecto, el deportista profesional se parece más al trabajador. “Existe una paradoja: deportistas amateurs, sin dinero de por medio, son capaces de entregar años de su vida al juego. En la empresa, no podría desarrollarse este tipo de entrega. Hay cosas que se dan en el deporte que no se dan en la empresa como los márgenes de libertad, autonomía y creatividad. En la compañía, esto hay que hacerlo más conscientemente”.


En el mundo del trabajo esa pasión, creatividad y juego sólo los encuentra el que tiene una vocación genuina por lo que hace, que disfruta como un tenista o un deportista y que muestra a ese niño que quiso ser ingeniero o médico. Cuando lo disfruta, sale lo mejor de él, la pasión, el amor, y no sólo el afán por el dinero.


¿Buen deportista, buen empleado?


¿Practicar deportes trae un valor agregado en la empresa? “No busco deportistas en la compañía”, dice Angelillo, pues no cree que el deporte sea la única actividad que desarrolla la personalidad. También resalta las distintas expresiones artísticas. “Pero, por ejemplo, en Atención al cliente busco personas con don de gentes. Me das a elegir entre un individuo con estas características y otro más preparado técnicamente, un crack pero un amargo, y me quedo con el primero”, sentencia Angelillo.


“Cuando hago entrevistas para incorporar a un empleado, siempre le pregunto si practica algún deporte y cuál”, relata Mariano Keena, socio y fundador de FK Group, una empresa de comunicación visual. Keena ama el deporte: jugó al rugby durante muchos años en el Club Newman, luego se dedicó al golf –llegó a cinco de handicap–, y actualmente realiza carreras de aventura en equipo y entrena a los chicos menores de 15 de su club. “Necesito hacer deporte, porque es un buen canalizador del estrés. Además, rindo el doble en el trabajo y veo que los que practican deporte se cansan mucho menos”, asegura y cuenta que, para no robarle tiempo a su familia con la práctica en horarios nocturnos, entrena yendo a la oficina en bicicleta o corriendo.


Según Figueiredo, cuando una compañía selecciona a alguien lo hace por sus capacidades técnicas y no por ser un deportista. Pero una vez que muestra sus atributos, si además practica deportes, puede dar indicios de cómo es esa persona. El deporte tiene un aspecto formativo muy importante, y el de alto desempeño parecería tenerlo más aún. Enseña a tolerar la presión, trabajar en situaciones adversas, enfrentar a rivales más duros, ser regulados con las pautas de un árbitro, respetar decisiones de otros, prepararse, entrenarse y esforzarse, entre otras cosas.


“El deporte muestra la pasión por lo que haces, la perseverancia, el entusiasmo por cumplir metas y objetivos, porque en un juego sin objetivos no llegas a ningún lado”, dice Keena y asegura que una de las mayores enseñanzas que le dejó el deporte y que aplica a su trabajo es la de “mente fría y corazón caliente”. El deporte también resalta valores como la solidaridad, la confianza y la capacidad de establecer vínculos. Para Figueiredo estas características parecieran estar más presentes en las personas que han desarrollado deportes en equipo. Mientras tanto, los deportistas individuales parecieran ser personas con una capacidad de autonomía y de entereza frente al rival, a diferencia del que opera en equipo que siempre tiene en quién apoyarse. “Descubrir y arbitrar adecuadamente el proceso de relación entre las partes –que son procesos únicos e irrepetibles porque se dan en circunstancias de cada partido; descubrir cómo hay que relacionarse con esa realidad cambiante, dinámica y compleja, es un adicional que tienen los deportistas de equipo”, afirma Angelillo y destaca que, en la alta competencia, todo lo que es destreza física o técnica está en un mismo nivel. “Todos los equipos de primera división tienen buenos jugadores. La diferencia está en los funcionamientos, cómo se combinan y en el saber que uno juega cuando no juega”.

La nobleza y el fair play son aspectos intrínsecos del deporte, como así también la capacidad para tomar decisiones rápidas, la actitud, la cabeza, el empuje propio, el siempre “dar un poquito más”, el disfrutar y aportar, además de beneficios para la salud, una visión lúdica y desacartonada de la vida. Y en los deportes más individuales, se nota mucho el competir contra uno mismo, el afán de superación. El motor que tienen los deportistas es una escuela de vida impresionante. Podría decirse que casi irreemplazable.

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