Psicología del Veraneo
Por Marcelo Vázquez Avila
Todos ponemos enormes expectativas en las vacaciones, deseamos volver renovados, vivir aventuras,
descansar, despertar el romanticismo… y una interminable lista de exigencias
para quedar satisfechos. La explicación radica en su efecto positivo por el
bienestar físico y psíquico. Estos son algunos de los beneficios de este
tiempo, que es breve y se da una sola vez al año, así teniéndolos en cuenta,
podamos quizás aprovecharlos mejor:
1. Es bien sabido que distanciarse física y psicológicamente de una
actividad habitual y exigente, descansa. Si además esa separación es prolongada
en el tiempo y se acompaña de la realización de actividades relajantes,
divertidas y enriquecedoras es aún más eficaz para recuperar las energías
físicas y mentales.
2. Normalmente durante las vacaciones,
desaparece la prisa y la preocupación por cumplir un horario, por atender unos
plazos, circunstancias generadoras de distrés, uno de los principales males de
nuestra sociedad urbana y competitiva.
3. EL mayor número de horas dedicadas al ejercicio físico, favorecido
por el buen clima y por disponer de tiempo libre. A nadie le resultan desconocidos
los numerosos beneficios psíquicos y físicos del deporte acorde con las
características personales de edad, contextura, etc. El deporte es uno de los
métodos más rápidos y eficaces para liberar tensiones originadas por el mal
manejo de las preocupaciones de la vida.
4. El mayor tiempo dedicado a estar y hablar con la familia y los
amigos. El trato con personas a las que queremos y que nos quieren, nos valoran
a y nos necesitan, es el mejor bálsamo para curar las heridas emocionales de la
incomunicación y la soledad afectiva tan extendida en nuestra civilización de
las telecomunicaciones y de la masificación.
5. El intenso y prolongado contacto con la naturaleza. La mayoría de las
personas, a excepción de los urbanitas, veranean junto al mar, en la montaña o
en el campo. Aunque no todas saben sacar beneficios de ese encuentro con la
naturaleza, como algunos jóvenes que pasan muchas noches de sus vacaciones en
lugares cerrados, con poca luz y mucho ruido, durmiendo luego gran parte del
día. Disfrutar de la belleza de ciertos paisajes, de la amplitud de los
horizontes, al que sabe percibirlos, llena de sosiego, paz y optimismo.
Cara y Cruz
Como es frecuente observar en la vida, muchas cosas tienen su cara y su
cruz, su anverso y su reverso. También el veraneo tiene algunos aspectos
negativos, vemos entre ellos el culto al
cuerpo según los cánones actuales de belleza basados en la delgadez y la
estética corporal desequilibrada. Este interés de todas las épocas del año alcanza
una especial intensidad en el verano y
por esta razón en los meses previos reaparecen o agudizan los trastornos
alimentarios de anorexia y bulimia nerviosas, fobias a diversas partes del cuerpo,
acompañadas de una intensa carga de angustia por inseguridad y auto concepto
negativo que impide establecer relaciones interpersonales gratificantes.
Otro aspecto negativo que puede ocurrir es que después de un par de
semanas de ocuparse actividades que gustan y producen placer, se puede ir
perdiendo el tono por el trabajo y
esto acarrea miedos y cierto rechazo a la reanudación de las obligaciones
habituales (síndrome post vacacional), sobre todo si lo cotidiano resulta frustrante
o para algunos, incluso deprimente.
Lamentablemente, aparecen como colofón los conflictos donde es difícil
identificar el núcleo de esas
desavenencias. La
mayoría de las veces el síntoma que aparece en la superficie se debe a gustos
enfrentados. Ella quiere playa y él a la montaña; él se pasaría el día
pescando y a ella le gustaría que tomase el sol a tu lado... Piensa: ¿ha
estallado la guerra mientras hacíais los planes?
Otro motivo aparente es que pasamos demasiado tiempo juntos. Ella sin horarios y sin sus
compañeras de trabajo; él, sin sus colegas ni el café de media mañana… todo un
mes cumpliendo “cadena perpetua” uno junto al otro y sin saber qué hacer.
¿Necesitáis más independencia? Con los problemas a cuestas. Quizá la relación
pasa por su peor momento y los dos saltáis a la mínima. ¿Tenéis la esperanza de
que las vacaciones puedan
solucionar las cosas?
La solución
¿Cuál es la solución? Piensa, para empezar, en que quizá no consigas en
tus vacaciones, todo lo que quieres pero precisamente sabiéndolo podrás poner
los medios para no frustraros. Todos necesitamos un período anual en el que el
descanso sea más prolongado. Pero es necesario aprender a descansar también a
lo largo del año laboral, sobre todo durante los fines de semana. Así no
llegaremos tan cansados a las vacaciones y con la imperiosa necesidad de
compensar el sentimiento de frustración que acompaña a las situaciones de
sobrecarga laboral.
Y lo que considero aún más
importante: diálogo y
tolerancia. Para
acercar los gustos, repartir el tiempo y las cargas sin llevar en el equipaje los
problemas es necesario hablar, entenderse y poner voluntad. Por otro lado, hay
que estar dispuestos a ser flexibles, improvisar soluciones, darnos libertad y simplificar, disfrutando con lo sencillo.
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