Equilibrio trabajo y vida familiar

por Marcelo Vázquez Avila




Evolución histórica

El equilibrio entre el trabajo y la vida privada es algo que actualmente las empresas no pueden permitirse el lujo de ignorar, ya que el costo a pagar por ello podría ser muy caro. La falta de equilibrio entre la vida profesional y personal en las organizaciones es la causa del 21% del absentismo laboral, del 19% de las bajas por estrés y del 30% de la rotación no deseada.

Los cambios radicales en la composición de la mano de obra, así como los cambios habidos en las estructuras familiares y la evolución de la concepción de la perennidad del puesto de trabajo, hacen que las relaciones entre el trabajo y otros aspectos de la vida de las personas haya adquirido una importancia tan grande que las empresas deben gestionar adecuadamente, si quieren atraer y retener de una manera eficaz a los mejores.

La compaginación de la familia y el trabajo ha de ser fuente tanto de oportunidades como de progresos. Familia y empresa deben ir de la mano.

Actualmente, las excedencias para el cuidado de niños y personas mayores  ya es un hecho en el 75% de las organizaciones y trabajar fuera de la oficina evitando los desplazamientos, es una realidad, aunque no está tan implantado en España como en el resto del mundo.

Familia vs trabajo

En la actualidad, contrariamente a lo que ocurría en generaciones anteriores, una gran parte de las personas que trabajan, se encuentran en el dilema, de mantener una vida privada de la mayor calidad posible tratando de desarrollar una carrera profesional, que absorbe buena parte de su tiempo, pero que al mismo tiempo les proporcione unos buenos recursos económicos y unas satisfacciones profesionales.

La familia no es una unidad productiva; hoy en la realidad española –y mundial– ha cambiado y la familia cobra un papel distinto, es la base para el desarrollo de la sociedad.

Hace unos años,  en la estructura familiar el hombre se ocupaba, principalmente, de desarrollar un trabajo para sostener a la familia y la mujer permanecía, también mayoritariamente, ocupándose del manejo del hogar y de los hijos con un modo de vida bastante “estandarizado”, donde este tipo de cuestiones no se planteaban o, a lo mejor, se ignoraban.

Sin embargo, hoy en día las cosas han cambiado, la mujer y el hombre participan, a través del trabajo profesional, al sostenimiento de la familia, y ambos tienen las mismas aspiraciones en cuanto al desarrollo de su carrera profesional.

Ello genera unas tensiones entre el trabajo y la vida privada que deben encontrar el equilibrio adecuado para permitir que la  persona pueda dar lo mejor de sí misma y cumplir con sus obligaciones en los dos ámbitos, el profesional y el de su vida familiar y privada.

Mientras no se impulsen ciertos comportamientos no se llegará a nada. Es necesario hablar con la dirección, con los empleados y con la sociedad. Cómo lograr organizaciones flexibles y a quién atañe conseguirlo son cuestiones a debatir.

El problema no es nuevo y, de hecho, hay muchas empresas que lo han abordado, integrando el equilibrio entre el trabajo y la vida familiar de sus empleados en su visión estratégica y, en consecuencia, desarrollando políticas y prácticas para crear recursos para la familia y ayudar a sus empleados a alcanzar ese equilibrio.

Caminando a una solución

En cualquier caso, y aunque no hay fórmulas magistrales para abordar esta cuestión por parte de las empresas, sí hay algunas cosas que son importantes para ello y que pueden contribuir a encontrar soluciones:

La primera: tomar conciencia del problema, incorporarlo en la cultura de la empresa e integrarlo en las políticas y prácticas de recursos humanos como un aspecto estratégico de las mismas.

La segunda: hacer un esfuerzo de flexibilizar dichas políticas y prácticas, en algunos de sus aspectos, teniendo la imaginación y el coraje suficiente para innovar en las mismas.

Esta innovación, necesaria para flexibilizar aspectos tales como duración de la jornada y horarios, retribución, desarrollo de carreras, comunicación, formación, beneficios sociales adicionales a los legales (permisos de maternidad o paternidad, por ejemplo), hacen que algunas empresas se conviertan en las más deseadas para trabajar y, en consecuencia, sean capaces de atraer y retener al mejor talento.

Las barreras que más frecuentemente se oponen a esta flexibilización en las empresas pueden resumirse en tres aspectos: falta de imaginación para innovar en materia de recursos humanos, el temor al cambio ya que muchas veces está ligado a contemplar estos recursos como un coste y no como una inversión. Y por otra parte, la cultura, tanto del país como de la propia empresa, que condiciona notablemente la visión y las decisiones en esta materia, algo que puede ser normal en un país puede ser casi imposible en otro por razones puramente culturales. Familia y empresa son dos realidades que deben ir juntas. Es prácticamente imposible tener clientes satisfechos si antes no somos capaces de tener satisfechos a nuestros empleados, y esto que parece tan sencillo hay todavía muchas empresas que parecen ignorarlo.

Finalmente es importante señalar que sin la implicación total de la dirección en estos procesos y sin la comunicación constante de los avances al personal de la empresa difícilmente pueden llevarse a cabo los mismos.


Las empresas que tengan éxito en el logro de mantener un equilibrio entre el trabajo y la vida familiar y privada de sus empleados dispondrán de un equipo humano más motivado que contribuirá a alcanzar una mayor competitividad y, en consecuencia, a tener los mejores resultados bajo el prisma de la responsabilidad.

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