Vivir nuestra vida con un sentido de propósito


  

Podemos escoger ver la vida con el propósito de
encontrar un motivo y seguirlo.

Si descubrimos y proponemos un para qué de nuestra vida, podremos soportar todos los «cómo» a los cuales estamos sometidos. El propósito personal y de equipo, de familia, organizacional, si se quiere, devuelve a la persona inmersa en situaciones de crisis a abrirse a los aspectos positivos de la existencia.

En lugar de huir de los problemas, o de magnificarlos viéndonos atrapados por ellos, se trata más bien, de encontrar un para qué me puede estar pasando. Como motor de cambio y mejora. 

Si nos ponemos a ello las crisis cobrarán un sentido de oportunidad de mejora, y veremos que sirven para algo. Esta elección de ver la vida de esta manera es lo que, desde la neurociencia, hemos descubierto que nos abre una puerta hacia una vida mas sana, es el camino de perseguir un sueño, de encontrarle un propósito a lo que estamos haciendo.

Francesc Torralba en su libro sobre el sentido de la vida nos dice: «para dotar de un para qué a nuestra actividad, no hace falta tener demasiadas interacciones, ni conocer muchas personas, ni disfrutar de una gran vida social. Lo único que hace falta es profundizar en los vínculos que tenemos, ir al fondo y darse cuenta de los misterios que esconde el otro y que, solamente, si nos atrevemos a explorarlos con delicadeza, ese otro, querrá mostrarlos. 

No es la cantidad de relaciones (familiares, de amistad o laborales) lo que da sentido a la vida, sino la calidad de esos vínculos, la exquisitez del trato que somos capaces de dispensar.» Para poder tener vínculos de calidad, para poder ayudar a una persona que esté viviendo un momento incierto y traumático, es necesario hacerlo resurgir al mundo de los seres vivos. Y esto no es posible si no hay un proceso de construcción de sentido. 

Entonces sí que hay porqués.

Cuando hay la capacidad de traducir en palabras, en representaciones verbales susceptibles de ser compartidas, las imágenes y emociones experimentadas; cuando posibilitamos otorgar sentido a todo, las volvemos a integrar a nuestra comunidad de vida, las conferimos humanidad. Esta construcción de sentido permite recuperar el sentimiento de pertenencia a un grupo que ampara las mismas palabras, las mismas imágenes y explicaciones. Ayer lo vi demostrado en la unidad de preocupaciones y de esperanzas. Cada unos con las suyas, propias de su individualidad, pero todas con un patrón común a la pregunta de: ¿Podré algún día ser feliz a pesar de todo lo que me está pasando y lo que próximamente imaginamos que vendrá? Y la respuesta deseada por todos es… Sí, por supuesto.

La resiliencia se edifica sobre este otorgamiento de sentido. Dar un sentido a la vida constituye un elemento esencial que permite a la persona que ha padecido una crisis como esta, sobreponerse a sus dificultades.

Cuando la búsqueda de sentido tiene un enfoque favorable, entonces, la persona herida -y lo estamos de algún modo- puede avanzar en su proceso de transformación. Al contrario, si esta búsqueda continúa indefinidamente sin respuesta, sólo encontraremos esa herida que puede que nunca cicatrice: que la sensación de desasosiego y dolor persista por mucho tiempo. ¡¡Eso no lo queremos!!


El aprendizaje de la historia

Hay una anécdota muy clarificadora -muy conocida, pero no por ello menos cierta- sobre la importancia de poseer un sentido que se atribuye al escritor y poeta francés Charles Péguy: «Charles iba en peregrinación a la catedral de Chartres. En el camino se encontró un hombre picando piedras, malhumorado y furioso. ¿Y usted que está haciendo?, pregunta el escritor. Ya lo ve, pico piedras. Tengo sed, me duele la columna, lo perdí todo, soy una subespecie humana que hace este trabajo miserable. Siguió caminando y se encontró con otro hombre picando piedras. Repite la misma pregunta y éste le contesta: Yo me gano la vida con este trabajo, estoy relativamente satisfecho. Se encuentra con una tercera persona contenta que, ante la misma pregunta, le contesta sonriendo y ufano: Aquí estoy, construyendo una catedral. Esa misma piedra desprovista de sentido acaba teniendo todo el sentido del mundo si le sabemos otorgar.»

Víktor Frankl es un claro ejemplo de persona resiliente. Frankl decía que cada época trae sus propias neurosis y que esta es una época de neurosis de índole espiritual, la sociedad de consumo, la violencia, la guerra, las crisis económicas, y ahora agregamos la nuestra, hacen que el ser humano pierda el sentido de su existencia y vivencie un vacío espiritual.


El Hombre en búsqueda de sentido

Después de su liberación en el campo de concentración vuelve a Viena y escribe su famoso libro “El hombre en búsqueda de sentido” donde describe su vida como prisionero. En esta obra reconoce que, incluso, en las condiciones más extremas de deshumanización y sufrimiento, el ser humano puede encontrar un propósito a su existencia. Más aún, en los campos de concentración, quien perdía el sentido de la vida tenía pocas posibilidades de sobrevivir. “Una persona que se proyecta hacia un futuro deseado, que ha adoptado un compromiso por él, que lo percibe desde una posición de responsabilidad, tendrá una posibilidad de supervivencia incomparablemente mayor en situaciones límite que la del resto de la gente normal”.

¿Que puede pasar ahora con nosotros?

Ahora, ¿cómo me voy a plantear estos días cumplir mi propósito, que siempre es trascendente (dar hacia afuera) para que le encuentre sentido a mi trabajo, con los míos y hacia la sociedad?

Esta es mi invitación para los próximos días (donde el entorno social será mas apremiante, quién lo puede negar…). Mi sugerencia es que esta semana, desde mí y a pesar de la situación que me vaya encontrando día a día: ¿qué puedo hacer por el otro? piensa y elige proponiéndote un plan para:

1.     Mi yo individual 
2.     Mi familia y amigos más cercanos
3.     Mis colaboradores y colegas de trabajo

Si descubrimos y proponemos un para qué de nuestra vida, 
podremos soportar todos los «cómo» a los cuales estamos sometidos. 
El propósito personal y de equipo, de familia, organizacional, 
si se quiere, devuelve a la persona inmersa en situaciones de crisis 
a abrirse a los aspectos positivos de la existencia.

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Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Muy bueno Marcelo! (Arturo VA)

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